Capítulo IX: Los Herederos

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Me levanté con un aire poco más somnoliento de lo normal. El frío de este invierno me estaba haciendo sentir más cómoda de lo habitual.

Observé la ventana de la habitación que se encontraba al lado de la cabecera de la cama de Margot; a través de la gruesa cortina verde esmeralda se entreveía pequeñas figuras cayendo, cada una con aspecto de mota unidimensional. Corrí la tela hacia un lado y unos pocos rayos de luz se adentraron en el lugar; el exterior estaba hermosamente oscuro, callado, helado... Parecía una mañana de ensueño.

Después de bañarme bajé hacia el vestíbulo para salir del castillo y caminar por los bordes del Lago Negro. Aspiré con fuerza el húmedo ambiente mientras abrazaba mi túnica y mi bufanda a mi pecho para que no se las llevara el viento.

Siguiendo una idea, me arrodillé ante el lago. Al hacer contacto con sus aguas, éstas adquirieron una capa de escarcha al instante y por dentro empezó a sonar un crujido, como si el agua hubiese empezado a congelarse.

— ¿Qué haces despierta desde tan temprano? —me preguntó una voz familiar a mis espaldas, haciéndome girar— . Hola —me sonrió.

— Hola, George —saludé de vuelta. Él se acercó un poco más a mí con su rostro un poco escondido entre su bufanda de Gryffindor— . Te queda bien, combina con tu cabello —señalé su cuello.

— Lo sé —con falsa arrogancia sopló su cabello, mas éste no se movió, sino que sólo se cubrió de una espesa capa blanca— . Vaya que hace frío, ¿ah?

— Ni que lo digas —miré al lago con ilusión, ya estaba completamente congelado— . Es hermoso.

— Tienes tu nariz rojita, Rufo —rió, no tardé en seguirle. Después de un corto silencio habló más ansioso de lo normal:— Uhm, Sirrah, yo creo..., debo... He querido decirte algo desde hace un tiempo...

— Claro, dime.

— Es... —suspiró— . No es nada fácil de decir pero creo que es el momento correcto —miró la magia del invierno a nuestro alrededor, como si no pudiera creerse tal escenario— . Vamos, si no es ahora, ¿cuándo? —murmuró para sí mismo.

— Gred, ¿estás bien? —me acerqué un poco, con el corazón en la mano, o quizá los pies. No estaba segura. Todo se me revolvía por dentro.

Yo estaba tratando de regular mis sentidos, pues el cielo comenzaba a crear corrientes eléctricas que podrían arruinar el momento que tanto ansiaba.

— Sí, sí, yo... —alzó su mirada del piso hacia mí, sus ojos se iluminaron de tal manera que pude observar la magnitud en que se había incrementado la medida de sus pupilas. Sonrió— . Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas —fruncí el ceño, totalmente perdida.

¿A qué mierda se ref-?

¡OH. POR. MERLÍNYSALAZAR!

¡Me está besando!

¡ME ESTÁ BESANDO!

Tomé consciencia a los pocos segundos de que sus suaves y rosados labios rozaban los míos. Sólo había besado a una persona antes y había sido cuando era muy niña. Pero esta vez él sentía la explosión de los latidos cardíacos en sus pulgares, al igual que yo, o al menos eso esperaba.
Percibí las grandes manos de George que me tomaron por la cintura, así adoptando una mejor posición para atraerme a sí mismo, embriagándome de un estupor cálido.

La brisa helada incrementó su fuerza y me odié por eso. Cuando sentí que él iba a separarse lo aferré a mí por el cuello, digo, ¿Quién sería tan estúpido de querer que algo así se terminara?
Su boca era fina y delgada, con pequeñas rupturas causadas por el helaje que nos envolvía. Él se inclinó un poco hacia el lado para profundizar un poco más el beso. Tomé sus mejillas y noté que estaban excesivamente calientes. No obstante, me enteré de la verdad: era que yo estaba excesivamente fría.

Sirrah Black & la Cámara Secreta | SBLAH #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora