CAPÍTULO VEINTIUNO

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2120 Horas, Julio 18, 2552 (Calendario Militar)/ UNSC Iroquis, zona estacionaria militar en órbita alrededor de Sigma Octanus IV.

"¿Estado de la nave?" dijo el Capitán Keyes mientras se encaminaba a grandes pasos hacia el puente de la nave, abotonando su collarín. Él notó que la estación de reparación Cradle aún seguía oscureciendo sus monitores. "¿Y por qué no nos hemos librado de la Estación aún?"

"Señor, todos los hombres están en sus estaciones de batalla," contestó el Teniente Dominique. "Los cuarteles generales enviaron datos tácticos hacia su estación."

Una visión táctica del Iroquis, buques vecinos, y la estación Cradle apareció en la pantalla que el personal de Keyes desplegó. "Como usted puede ver," continuó el Teniente Dominique, "Hemos librado la estación, pero ella se mueve en el mismo vector de salida que nosotros. "El Almirante Stanforth la quiere con la flota."

El Capitán Keyes tomó su lugar en la silla de mando -"el lugar caliente" como era coloquialmente conocida- y verificó los datos, asintiendo con satisfacción. "Parece que el Almirante tiene algo bajo la manga." Él se giró hacia la Teniente Hall. "¿Estado del motor, Teniente?"

"Motores calientes al cincuenta por ciento," le informó. Ella se enderezó en su estatura total, casi seis pies, y miró al Capitán Keyes a los ojos con una cierta actitud defensiva. "Señor, los motores tomaron un daño considerable en nuestro último encuentro. Las reparaciones que le hicimos... bueno, lo mejor que pudimos hacer sin una renovación completa."

"Entendido, Teniente," Keyes respondió calmadamente. En verdad, Keyes estaba preocupado por los motores, demasiado - pero no era bueno incomodar a Hall más de lo necesario. La última cosa que él necesitaba ahora era que socavaran su confianza.

"¿Oficial de Artillería?" El Capitán Keyes se giró hacia la Teniente Hikowa. La mujer parecía más una muñeca de porcelana que un Oficial de combate, pero Keyes sabía que su delicada apariencia era solamente superficial. Ella tenía la sangre fría y los nervios de acero.

"Armas MAC cargándose," reportó la Teniente Hikowa. "Sesenta y cinco por ciento, a un ritmo de dos por ciento por minuto."

Todo abordo del Iroquis había bajado de velocidad. Motores, armas -incluso la Cradle se mantenía al mismo paso que ellos.

El Capitán Keyes se sentó recto en su silla. No había tiempo que perder en auto-recriminaciones. Él tendría que hacer lo mejor que pudiera con lo que tenía. Simplemente no había otras alternativas.

Las puertas del ascensor se abrieron y un hombre joven apareció en cubierta. Él era alto y delgado. Su cabello oscuro -más largo de lo que las regulaciones lo permitían- había sido peinado hacia atrás. Y era ciertamente algo atractivo; Keyes notó que la tripulación femenina del puente hizo una pausa para mirar al recién llegado antes de continuar con sus tareas. "Alférez Lovell reportándose al deber, Capitán." El muchacho se quebró en un fuerte saludo.

"Bienvenido a bordo, Alférez Lovell." El Capitán Keyes le devolvió el saludo, sorprendido de que el despeinado Oficial pudiera demostrar tal adherencia al protocolo militar. "A la consola de Navegación, por favor."

Los Oficiales de puente escudriñaron al Alférez. Era altamente raro que un Oficial de bajo rango pilotara una Nave Capital. "¿Señor?" Lovell arrugó la frente, confundido. "Tiene que haber algún error, señor."

"¿Usted es el Alférez Michael Lovell? ¿Recientemente operando en el Sensor del Puesto de Avanzada Archimedes?"

"Si, señor. Me transfirieron a deber tan rápido que yo-"

"Entonces acuda a su estación, Alférez."

"¡Si, señor!"

El Alférez se sentó en la consola de Navegación, tomándole algunos segundos familiarizarse con los controles -reconfigurándolos más a su gusto.

Halo: La caida de ReachDonde viven las historias. Descúbrelo ahora