CAPÍTULO VEINTITRÉS

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0500 Horas, Julio 18, 2552 (Calendario Militar)/ UNSC Iroquis, zona estacionaria militar en órbita alrededor de Sigma Octanus IV.

El Capitán Keyes se apoyó contra la barandilla del pasamano en el puente del Iroquis y examinó la devastación. El espacio cercano a Sigma Octanus IV estaba literalmente lleno de escombros: los pontones muertos de las naves Covenant y del UNSC hilando sin rumbo en el vacío, rodeados por nubes de ruina: pedazos dentados de blindajes destrozados, fuselajes de cazas hechos pedazos, y calientes fragmentos de metal ennegrecido creando millones de marcas en los radares. El campo de escombros desordenaría este sistema y lo haría un peligro para la navegación durante la próxima década.

Ellos habían recuperado cerca de la totalidad de los cuerpos del espacio.

El Capitán Keyes atrapó con su mirada los restos de la estación de reparación Cradle mientras el bombardeado muelle espacial pasaba a la vista. El kilómetro de ancho de placa estaba ahora a salvo atrapado en la órbita alta alrededor del planeta. Y estaba siendo lentamente desgarrado por su propia rotación; vigas y placas de metal se retorcieron y doblaron conforme aumentó la tensión gravitatoria sobre la arruinada estación.

Las armas de plasma Covenant habían quemado a través de diez cubiertas de metal súper-duro y blindaje como si se trataran de capaz de papel sanitario. Treinta voluntarios de la estación de reparación habían muerto piloteando la dificultosa estación.

El almirante Stanforth había obtenido su "victoria"... pero a un tremendo costo.

Keyes planteó las cifras de bajas y la estimación de los daños sobre su libreta de datos. Él miró con ceño como los datos se desplegaban a través de su pantalla.

La UNSC había perdido más de veinte naves, y las que sobrevivieron habían sufrido graves daños; la mayoría requeriría de meses de reparación en un astillero. Cerca de un millar de personas habían muerto en la batalla, y cientos más estaban heridos, muchos críticamente. Añadiendo a eso las bajas de mil seiscientos Marines en la superficie del planeta y los trescientos mil civiles asesinados en Côte d‟Azur a manos del Covenant.

"Alguna victoria," Keyes pensó amargamente.

Côte d‟Azur era ahora un cráter al rojo vivo –pero Sigma Octanus IV seguía siendo un mundo humano. Ellos habían salvado a todos los demás en el planeta, cerca de trece millones de almas. Así que quizás había valido la pena.

Tantas vidas y muertes habían sido medidas en esta batalla. Teniendo el balance de las probabilidades inclinado ligeramente en contra de ellos –todo pudo haberse perdido. Eso era algo que él jamás le había enseñado a ninguno de sus estudiantes en la Academia –cuanto de una victoria dependía de la suerte, así como de la habilidad.

El Capitán Keyes vio a la última nave de transporte de los Marines regresar de la superficie del planeta. Ellos se acoplaron con el Leviatan, y a continuación, el enorme carguero giró y aceleró fuera del sistema.

"Sensor de barrido completo," reportó el Teniente Dominique. "Creo que ese fue el último de los botes salvavidas que recogimos, señor."

"Asegurémonos, Teniente," contestó Keyes. "Una pasada más por el sistema por favor. Alférez Lovell, trace un curso y llévenos de vuelta otra vez."

"Si, señor," contestó Lovell cansadamente.

La tripulación del puente estaba exhausta, física y emocionalmente. Ellos habían tenido que extender todos los turnos en busca de supervivientes. El capitán Keyes rotaría los turnos después de esta siguiente pasada.

Cundo él miró a esta tripulación notó que algo había cambiado. Los movimientos de la Teniente Hikowa eran precisos y determinados, como si todo lo que ella había hecho fuera ahora a determinar la siguiente batalla; que hizo un enorme contraste a su normalmente letárgica eficiencia. La exuberancia de la Teniente Hall había sido reemplazada por una genuina confianza. El Teniente Dominique casi parecía feliz –con sus manos escribiendo ligeramente un reporte hacia el FLEETCOM. Incluso el Alférez Lovell, a pesar de su agotamiento, lucía algo animado.

Halo: La caida de ReachDonde viven las historias. Descúbrelo ahora