3. Albus Dumbledore

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Disclaimer: Todos los personajes aquí mencionados, al igual que el mundo de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling, yo solo los tomo prestados. A excepción del personaje principal y su familia, que es creación mía.

Aquí os dejo el tercer capítulo. Este es otro capítulo de transición, ya que me pareció interesante plasmar cómo se las apañó Avril en esos primeros días en el pasado, antes de llegar a encontrarse con nuestro querido director de Hogwarts. Espero que os guste.

Albus Dumbledore.

Caminar hasta el Callejón Diagón desde Grimmauld Place, nunca fue lo que se dice un paseo de cinco minutos. De hecho, normalmente se desaparecía para ese tipo de viajes, pero ahora era una menor sin licencia para aparecerse, además de que no tenía nada de dinero. Ni muggle ni mágico. Así pues, y como no podía hacer magia y arriesgarse a llamar la atención de nadie, su caminata fue muchísimo peor que los días en los que viajaban sin rumbo por los bosques en busca de Horrocruxes. Además su cuerpo aun estaba debilitado y bajo ninguna condición podría ir a su casa familiar.

Por esa razón, lo primero que hizo al llegar al Callejón Diagón, fue entrar al banco de Gringotts. Estaba muy cansada y con un humor de perros, así que ignorando a los duendes que se la quedaban mirando por el estado de su ropa (y no quería saber cómo tenía el pelo), se dirigió a uno que se encontraba algo alejado, contando monedas. Este al verla en frente la ignoró por completo.

- Quiero acceder a mi cámara. - exigió Avril. El que la ignorara no mejoró su humor.

El duende alzó la vista, recorriéndola de arriba abajo y Avril frunció aun más el ceño.

- ¿Tiene la señorita su llave? - preguntó con una mueca parecida al desprecio.

- No - respondió. "Pero te la dibujo si quieres, imbécil" pensó para sí. Antes de que el duende dijera algo se apresuró a seguir. - Quiero acceder a la cámara principal de la familia Emith. Para ello estoy en posesión de la contraseña y la sangre de esta familia.

El duende cerró la boca de inmediato. Durante unos minutos no dijo o hizo absolutamente nada. Después se bajó del taburete en el que se encontraba y le pidió que la siguiera. La llevó a través de una puerta cercana, a una pequeña sala con un pequeño vaso y dos botellas transparentes de distinto tamaño. Tanto la grande como la pequeña tenían un líquido parecido al agua en su interior. Avril conocía el contenido de ambas.

El duende lleno el vaso, del agua que había en la botella grande y de la pequeña echó una sola gota. Avril se apresuró a beberlo entero, deseando acabar de una vez por todas.

- ¿Eres realmente perteneciente a la familia Emith por parentesco sanguíneo? - preguntó el duende con una voz algo ronca.

- Si. - notó como el veritaserum hacía el efecto buscado en ella. El duende dudó un instante, antes de dirigirse a otra puerta al final de la estancia.

- Muy bien, ven conmigo.

Avril lo siguió y llegaron a los túneles donde se encuentran todas las cámaras subterráneas.

La cámara principal de su familia, era de las más protegidas en Gringotts. Montada en el vagoncito, pasó por la Catarata de los Ladrones, caminaron al lado de no uno, sino dos dragones, y fue necesario que, para abrir la puerta, se pinchara el dedo y marcara con su sangre y en orden un código (que su abuela le hizo aprender de memoria) en un panel de piedra con números. Además de la magia del duende.

La bóveda tenía más oro y joyas del que Avril quería pararse a mirar. Con rapidez se dirigió a una esquina y cogió una pequeña bolsa del tamaño de una mano. Dentro metió todos los galeones que le cupieron y unos cuantos más en los bolsillos de su chaqueta y pantalones.

Mi pasado es vuestro futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora