28. No importa.

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No importa.

Aquella noche hacía frío como para congelar el fuego de un dragón al instante. Las capas de ropa que llevaba y los hechizos térmicos no eran suficientes para aislarlo del viento helado que se colaba por entre las ramas. James parecía menos afectado, ya que estaba usando debajo ropa de Quidditch especial para los días de frío, aun así también tiritaba.

- Bueno, ya hemos acabado por hoy chicos – avisó Hagrid cargado con la ballesta y un cubo con excrementos.

En eso había consistido la tarea. Buscar excrementos de Mooncalf para el abono que se usa en Herbología. Con más frío que cansancio, Cornamenta y Canuto prácticamente corrieron hacia el castillo. Este último pensaba darse el baño más largo y caliente jamás visto. Iban comentando cuando Hagrid casi se cae sobre lo que él mismo había recogido, cuando se encontraron una escena inesperada poco antes de llegar al retrato de la Dama Gorda.

Inexplicablemente, nada más verles abrazados, Sirius sintió una furia recorrerlo por completo. Se fijó mejor y se dio cuenta de la ropa que llevaban puesta. No era ropa de dormir, eso seguro, por lo tanto habían tenido que salir. ¿Habían tenido una cita? ¿Por qué no se lo había contado Remus? Y sin embargo, eso fue lo que menos le importó en esos momentos. Lo que le importaba es que Remus estaba abrazando a Avril y ella no se lo impedía. Lo que importaba era que no era él quien la abrazaba. La sorpresa le pilló tan de improvisto que no pudo cerrar la boca a tiempo.

- ¿Qué estáis haciendo? – dejó escapar más rencor en la pregunta de lo que le hubiera gustado.

James le dio un fuerte codazo al tiempo que Remus y Avril se separaban para ver de quien se trataba. Al verles, la chica sonrió feliz, como si no acabase de ser pillada en medio de un abrazo y eso por alguna razón, solo hizo que Sirius se cabreara más.

Ella era completamente ajena a todo. No interpretó el abrazo de Remus como el chico lo había interpretado y tampoco estaba interpretando el enfado de Sirius como él lo estaba interpretando. Así que nada más verlos, pensó que deberían estar cansados y con frío y que eso ponía de mal humor a cualquiera.

- ¿Qué tal la noche chicos? – preguntó con una sonrisa irónica.

- No mejor que la vuestra por lo que veo – gruño en respuesta Sirius.

Remus frunció el ceño por el tono empleado por Sirius. No era normal que les hablara así, al menos no a ellos. Echó un vistazo a Avril, aún sentada a su lado como si nada de lo que acababan de hablar hubiese tenido lugar y después volvió a centrarse en sus amigos.

- Estáis muy elegantes. ¿De dónde venís? – preguntó James moviendo las cejas y tratando de ocultar el enfado de Canuto.

- De la fiesta de Slughorn – respondió Avril.

Sirius apretó los puños con fuerza a cada palabra que salía de ella. Aquello no era normal. No entendía por qué le molestaba tanto que ellos pudieran estar juntos. Vio como se ponía de pie y con cuidado le tendía la chaqueta a Remus de vuelta. Vio cómo se sacudía el vestido y lo bien que le sentaba. Pensó en lo increíblemente hermosa que se veía y en el coraje que sentía por no ser él quien estuviera a su lado. Luego escuchó el silbido de James.

- Vaya Avril, estás guapísima – alabó -. No sabía que tuvierais invitación para la fiesta.

Avril subió el escalón que faltaba y dio una vuelta sobre sí misma para mostrarle el vestido a James. Remus se levantó también y apoyó la espalda en la pared, mirándola con una sonrisilla que no le pasó inadvertida a Sirius.

- Gracias James. Bueno, de hecho no teníamos, ¿verdad Remus?

El tonto de Lunático, en opinión de Sirius, asintió con la cabeza, sin apartar la vista de ella, cosa que esta vez, tampoco pasó desapercibida por James.

Mi pasado es vuestro futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora