8. Sala de los Trofeos y Duendecillos de Cornualles.

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Disclaimer: Todos los personajes aquí mencionados, al igual que el mundo de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling, yo solo los tomo prestados. A excepción del personaje principal y su familia, que es creación mía.

Lo prometido es deuda, aquí está el siguiente capítulo. Espero que os guste y me encantaría saber si así ha sido o no.


Sala de los Trofeos y Duendecillos de Cornualles.

Despertó con el corazón a mil por hora. Sentía frio a pesar de estar tapada y sin embargo, estaba completamente empapada en sudor. Todo su cuerpo temblaba. Se sentó en la cama, llevándose las temblorosas manos a la cara, respirando con dificultad.

Ese sueño había sido más violento que los anteriores. Para colmo, seguía repitiéndose continuamente en un bucle, viéndoles morir una y otra y otra vez. El escenario esta vez fue en la batalla de Hogwarts, antes de desaparecer, y veía a los mortífagos atacar y matar continuamente. Greyback iba despedazando, arrancando miembros de alumnos y mascando carne y sangre.

De prisa y tratando de no hacer mucho escándalo, se encerró en el cuarto de baño y entró en la ducha para quitarse el sudor y las ganas de vomitar. Se cambió con otra muda de pijama y bajó a la Sala Común, creyéndose incapaz de volver a coger el sueño así sin más. Iba a tener que hacer caso de lo que Batty le escribió y pedirle algo a la enfermera.

Aun así, al salir de la Sala al pasillo, no tomó rumbo a la enfermería, sino a las cocinas, deseando un vaso de leche caliente de madrugada. Era un hábito que adquirió en Grimmauld Place y le traía tan buenos recuerdos, que el simple hecho de llevarlo a cabo mejoraba su humor y la calmaba.

Iluminando el pasillo con un lumos, Avril caminaba lo más silenciosa posible, atenta a cualquier ruido cercano. No fuera a ser que Filch o peor aún, su gata, la señora Norris, estuviera por allí. Se preguntaba cuántos dichosos años debía tener esa maldita gata. No era posible que fuese la misma que en su tiempo, pero un gato no puede vivir tanto, ¿verdad?

La oscuridad reinante le hizo dejar ese pensamiento aparte y centrar su atención en el camino. El castillo por la noche podía dar verdadero miedo y sólo servía para que recordara batallas pasadas por aquellos mismos pasillos. Su sueño le vino nuevamente a la cabeza, reproduciéndose como una película.

De repente un ruido la sobresaltó, haciendo que instintivamente pegara su cuerpo a la pared, con varita en posición de ataque, sin apenas darse cuenta de lo que hacía. Miró ambos lados, buscando al enemigo. Pareció ver algo moverse en la dirección a la que ella se dirigía en un primer momento, así que por reflejo apuntó a la zona.

- ¡Homenum Revelio!

Una capa salió volando hacia atrás, revelando que debajo de esta, habían permanecido escondidos cuatro chicos. Con un suspiro de alivio al reconocerlos, apoyó todo su peso sobre la pared, tratando de regular su pulso.

- Sólo sois vosotros - de sus labios salió una risita nerviosa -. Menudo susto me habéis dado.

- Susto el que nos has dado tú - dijo Sirius todavía con cara de sorpresa.

Avril aún sentía temblarle todo el cuerpo. Por un momento, se había trasladado a la batalla y había permanecido en tensión todo aquel tiempo.

- Oye Grimm, ¿estás bien? - preguntó Remus notando su extrema palidez.

- Sí... estoy bien. Es sólo que... pensaba... - "pensaba que eran unos malditos mortífagos". Sin terminar la frase se escurrió hasta el suelo, aún apoyada en la pared, y se agarró la cabeza con las manos, que todavía no habían dejado de temblar.

Mi pasado es vuestro futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora