34. Traidor a la sangre

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Traidor a la sangre.

Dumbledore se apareció a las puertas de Hogwarts con Avril enganchada a su brazo. Ella tenía un ligero presentimiento sobre algo, pero no sabía el qué. Después de la quietud en la que habían estado sumergidos, el colegio parecía un hervidero de alumnos, cotilleos y hormonas por todos lados. O tal vez, realmente lo era.

McGonagall hizo su aparición al instante de llegar ellos, como si los hubiera estado esperando largo rato. Traía un rictus severo en la cara, que prácticamente decía "problemas".

- Albus, ¿podemos hablar un momento? – preguntó nada más llegar.

- Buenos días, Minerva – dijo Dumbledore -. Me dirigía en este preciso instante a tener una charla con la señorita que aquí me acompaña. Si gusta, puede estar presente.

- Esto es urgente director Dumbledore – con aquello, daba a entender, que era un asunto del colegio importante -. Solo será un momento.

- Está bien – miró a Avril por encima de sus gafas de media luna y con una sonrisa le pidió -. Si es usted tan amable, ¿le importaría esperar aquí? Vendré enseguida a por usted.

- Claro.

Dumbledore y McGonagall se alejaron a una esquina, donde Avril no podía escuchar nada. No se preocupó mucho, ya que si fuera algo sobre Voldemort, también la habrían incluido a ella. Tal vez fueran problemas de gestión.

Problemas en realidad, los que avanzaban con decisión hasta ella. Con hastío, vio como Bertha Jorkins se acercaba a grandes zancadas hasta ella.

- Grimm, te veo muy fresca – por supuesto, eso era sarcasmo, ya que el aspecto que presentaba era el que le confería pasar toda la noche a la intemperie, destruyendo la parte de un alma.

- Jorkins, te veo muy estúpida – lo que menos le apetecía, era tener que hablar con ella.

Como la última vez, ignoró el comentario mordaz, debía de estar acostumbrada, y continuó con su retahíla de preguntas indiscretas y que solo le enervaban y enfurecían.

- ¿De dónde vienes? Te he visto del brazo del director, ¿has estado con él? ¿Qué has hecho ahora? – fingió un momento de revelación divina y dijo -. No me digas que has intentado escaparte.

- ¿Es que eres gilipollas? – como no se callara iba a llenarle la cara de pus de bubotubérculo.

- ¿O es que van a expulsarte? No me extrañaría la verdad, con la clase de novios que tienes – remarcó la palabra "novios", en plural, para ver si reaccionaba de alguna forma.

- ¿Qué quieres Jorkins? – preguntó ya cansada de sus tonterías.

- ¿Yo? Descubrirte – dijo como si fuera obvio -. Eres un rompecabezas Grimm. Sé que escondes algo y pienso enterarme de todo.

- Si escondo o no algo, no es problema tuyo – volvió a hacer oídos sordos, y le echó un vistazo de arriba abajo.

- ¿Sabes?, pareces un espantapájaros, ¿tú también estuviste anoche en el bosque prohibido? – se acercó un poco más, para mantener un tono confidencial. Bertha le sacaba casi una cabeza completa -. Si lo viste todo, ¿por qué no me cuentas exactamente lo que pasó?

- ¿De qué hablas? - ¿bosque prohibido? Le olía a chamusquina, o tal vez, Merodeador chamuscado.

- Oh vamos, no te hagas la inocente. Vienes precisamente de allí, ¿verdad? ¿Qué has hecho, perseguir al monstruo que atacó a Snape? ¿Por eso Dumbledore está contigo?

¿Snape en el Bosque Prohibido? ¿Monstruo? Bien, ya era suficiente. En vez de responder, Avril sujetó a Bertha del brazo con fuerza, impidiendo que pudiera escaparse de ella antes de que le contara todo.

Mi pasado es vuestro futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora