0. Claustrofobia.

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¿Alguna vez te preguntaste, cómo sería vivir dentro de una pecera, una jaula, o incluso dentro de una caja? Yo jamás lo he hecho. No es necesario. El simple hecho de haber formulado esa pregunta resulta una blasfemia, una burla, un tonto juego sin sentido. Cualquiera que escuchase semejante pregunta, se volvería contra ti sin siquiera pensarlo. ¿Por qué digo eso? Bien. Si alguna vez te lo preguntaste y si, simplemente no encontraste una respuesta, yo te la daré: Claustrofobia. Bastante obvio ¿no?

Puede que en su mayoría lo entiendan, pero solo eso. Lo entienden pero no llegan a ver la magnitud de esta absurda situación. La frustración que se respira bajo este enorme vidrio no tiene comparación con la desesperación que un claustrofóbico siente al estar encerrado por más tiempo del que debería en un elevador.

Vivimos bajo un domo, aunque preferiría llamarlo pecera debido a que parece ser más adecuado. Nuestra ciudad utópica, la ciudad de ensueño que todo ser humano desea, se encuentra relativamente lejos de toda civilización conocida. ¿Desde cuándo vivimos encerrados de esa manera? Básicamente, para cuando vine al mundo, esa cosa estaba encima de nosotros desde hace décadas. Quizás desde que mis padres eran unos pequeños que apenas intentaban caminar.

En este lugar, nadie habla de la enorme pieza de cristal que cubre nuestras cabezas. Para sus habitantes, es como la misma capa de ozono y sin esa capa, todos moriríamos al instante carbonizados por los rayos solares. Debo admitir que incluso yo, llegué a pensar de esa manera y creo que ahora seguiría haciéndolo si no fuese por ese par de ojos que me miraban a través de su cristalina estructura; grandes y hermosos, parecían brillar entre la penumbra de un vasto paisaje incoloro.






















A través del CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora