7. Tempestad Existencial.

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Tal y como lo sospechaba, para cuando las grandes oleadas de tempestuoso viento reinaron en las calles de la zona ''F'' y por consiguiente, en todas las demás zonas, era imposible evacuar a aquellos pobres que se creyeron a salvo dentro de sus cálidos hogares.

La luz de todas las casas se habían ido, dejando solo una grisácea atmósfera de caos y desolación a su alrededor. El viento silbaba con fuerza, parecía verdaderamente molesto; no tardó mucho para que la desordenada orquesta de la lluvia se le uniera con gotas de agua que conforme pasaba el tiempo, se cristalizaba desde las alturas haciendo caer pesadas bolas de granizo. El ruido que este hacia al golpear los autos, las ventanas y las puertas era ensordecedor. Armando sintió que pronto se vencerían las puertas y se agrietarían los vidrios de las ventanas.

Tumbado en el suelo acurrucado en una esquina, miraba con atención a través del enorme ventanal que estaba frente a él. Jamás corrió las cortinas para ocultar el caos que reinaba afuera; el miedo y la incertidumbre al no ver lo que pasaba afuera podían más con él. Temblaba por el frio...o ¿era por el mismo miedo? Le castañeaban los dientes y sentía como su mandíbula se apretaba cada vez con más fuerza. Abrazó sus piernas, reacio a soltarlas y miraba como montones de nieve comenzaban a agruparse al pie de la enorme puerta de cristal corrediza a la cual llamaba ventanal.

Pronto se vendría abajo, estaba seguro. Intentó hacer un plan para evitar el mayor daño posible, pero con cada pedazo de hielo que chocaba irremediablemente contra la puerta, le hacía imposible pensar en algo que no fuese el caos que reinaba a unos cuantos metros lejos de él.

Estarán contentos esos bastardos de las oficinas climatológicas》pensó, atribuyéndoselo todo a los trabajadores del sector. 

—Debo tranquilizarme...—susurró. Recargó la cabeza en la pared y miró el techo. — ¿Qué estarías haciendo ahora, Armando, si no estuvieses en esta situación? —Cerró los ojos e hizo memoria.

Hoy es Lunes... los lunes, después de la escuela, llego, lavo el uniforme que llevaré al día siguiente. Salgo por las compras para abastecer lo que se terminó del viernes, sábado y domingo. Llego a las dos con cincuenta. Preparo mi comida. Término a las tres con veinticinco, depende del platillo que me toque preparar ese día. Hoy es lunes, así que...picadillo. Terminaría de comer a las cuatro. De allí a lavar mi plato... Subir, encerrarme en mi cuarto a realizar mi tarea hasta las siete. Encender el televisor y ver mi programa favorito de los lunes. Apagarlo a las ocho. Realizar mis deberes del hogar para cenar a las ocho con treinta, terminar antes de las nueve...bañarme y a las diez con treinta...perder dos horas intentando dormir. 》 Suspiró. 《Y así...por el resto de mis días en preparatoria. Todo normal...todo casual. Sin cambios ni quejas...un día igual al pasado y al día futuro...Un lunes normal...hasta ahora.... 》

《¡NO! ¡NO ES ASÍ!

Dio un salto repentino mientras abría los ojos, tocado por la realidad.

¡HOY NO FUE UN DÍA COMÚN! ¡DESDE EL INICIO LO SUPE!

El temblor volvió a sus manos, constante y contundente. El frio que inmovilizaba sus músculos segundos atrás desapareció de repente. Sentía que le hervía la sangre. Comenzaba de nuevo: esa fea necesidad de orden volvía a manifestarse en desprecio hacia el mismo y en impotencia.

Fueron cinco minutos perdidos. Cinco minutos que se salieron de control cuando eran perfectamente acarreados por un sendero estrictamente premeditado

Una mueca deformó sus temblorosos labios. Sus ojos se llenaron de un veneno letal proveniente del odio. Parecía haberse convencido de que el epicentro de todo mal actual yacía desde aquellos cinco minutos descarriados, perdidos en una fina brecha del tiempo, y junto a ellos, la poca cordura que parecía poseer aun.

Con la mirada perdida en el agrietado ventanal, se sintió caer en un oscuro abismo al cual se prometió jamás volver. —INÚTIL.Susurraron entre la oscuridad donde se hallaba acurrucado.

Eres un inútil.

−No...

Un bebe Llorón e Incapaz. Incapaz de salvar lo que es preciado para él.

−Calla...

Tan Miedoso e inservible. ¿Cómo puedes seguir viviendo así?

− ¡Detente!

Escoria de ser humano. Eres una vergüenza.

− Por favor...

Un total desperdicio de valioso y agotable oxígeno.

− ¡Cállate!


EL FIN YA ESTA CERCA.

− ¿Qué?

−Prometiste que nunca más fingirías algo que no sentías.alguien más habló de repente entre la espesa penumbra de su agitada mente— Entonces ¿Porque sigues fingiendo? A estas alturas ¿Qué es lo que te impulsa a seguir?

Conocía esa suave voz infantil. Esa pregunta. Y quizás...la respuesta.

—No estoy fingiendo...— dijo con voz trémula.

Lo prometiste.

—Jamás he prometido tal cosa. Soy muy conciente de mis promesas, y no recuerdo haber...

Lo... prometiste... la voz comenzaba a distorsionarse. Algo estaba causando interferencia—Fue en el tiempo... en que....

...JAMÁS TE CONOCÍ.





A través del CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora