―Armando, te juro que si te pones de chillón impotente ahora, te abandonaré en este sitio. ― Lo amenazó Mirlet mientras le susurraba al oído. ― La cosa esta así. Por nuestro bien, mejor será que no nos vea la bella dama de allá. ¿Entiendes?
― ¿No la ayudaremos? ― preguntó con miedo. Las lágrimas aun manchaban sus mejillas mientras dirigía la vista hacia el pequeño cuerpo atrapado entre la llanta y el suelo.
Mirlet bufó― ¡Claro que no! Idiota. Es una causa perdida.
―Pero su bebé... está herido. Quizás aún viva. Si lo llevamos a un hospital el podrá-
―No. No podrá. Esta muerto. ¿Entiendes? Muerto. A no ser que el bebé fuese el mismísimo descendiente de Zeus, dudo que pudiese sobrevivir a eso. Además...el niño ya estaba muerto desde antes de este accidente.
― ¿Cómo dices?
―Digo que esa mujer está loca. Su hijo murió desde hace mucho tiempo, pero aun acuna y amamanta su cadáver como si estuviera vivo. ¿Quieres acercarte para ayudar? Bien, hazlo. Mientras que yo veré como te persigue para arrancarte la piel de la cara a mordiscos mientras mueres desangrado.
― ¿Por qué haría semejante atrocidad? ― tartamudeó sin poder apartar la vista de aquella escena. Mirlet sujetó su rostro con fuerza. Sus largos dedos enguantados apretaban firmemente las mejillas de Armando, mostrándole su descontento con solo ese simple acto.
― ¡Porque está loca, imbécil, por eso! Ahora, debemos salir de aquí, que nos esperan. ― Y con eso, Mirlet se levantó, echó un último vistazo a la mujer y al ver que no era un problema, levantó a Armando y ambos se adentraron en el callejón.
―No te gires. ― ordenó el más joven cuando sintió que Armando voltearía. ― Sientes pena por ella. Creo que es normal, viendo tu naturaleza. Pero no debe ser así. Independientemente del niño muerto, en sus delirios, el seguía respirando: El niño aun respiraba para ella incluso después de lanzarlo al aire, cuando dejó que su cuerpo fuese arrollado por el auto. Asesinó la tierna ilusión y ahora llora su perdida. ―Mirlet se mordió el labio inferior con fuerza. ―Eso es imperdonable. Si tuviese a la mano mis cosas, le habría volado los sesos de un solo disparo.
El chico miraba el final del callejón, pero su atención estaba centrada en algo más lejano e intangible. <<Justo como Gary...>> pensó Armando en ese momento, recordando aquella mirada que se había asomado en el rostro del joven taciturno que esperaba sentado a la mesa de su cocina. <<Asuntos del pasado...supongo. >>
Armando levantó la vista al cielo.
<<El único pasado que parece pertenecerme aún, se encuentra encerrado entre cuatro muros de cristal empañado, que me muestra un mundo amorfo sin color ni textura. Aunque me pego contra el cristal...soy incapaz de mirar más allá de sus tinieblas. No puedo recordar nada que no fuese una triste rutina. Una soledad asfixiante. Un anhelo perdido. Y un suspiro lejano envuelto en palabras que se mesen en la suave voz de un ser desconocido. Aunque parece que la memoria los lastima, en sus ojos puedo notar algo de lo que yo carezco...>>
―De todos los callejones, tuvimos que adentrarnos en el que no tiene salida...esto es triste. ― Mirlet soltó a Armando, dejándolo recargado en la pared. Allí, al final del callejón, una puerta trasera perteneciente al edificio más pequeño de la cuadra, se ocultaba. De color oxidado y textura rasposa, Mirlet intentó abrirla sin éxito alguno. Carraspeó molesto y dio un par de pasos hacia atrás, levantando la cabeza y fijando la vista en la segunda opción: las escaleras de emergencia.
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A través del Cristal
Science Fiction¿Alguna vez te preguntaste, como seria vivir dentro de una pecera, una jaula, o incluso dentro de una caja? Yo jamas lo he hecho. No es necesario. ¿Como hacerlo si mi gente y yo nos vemos obligados a llevar vida semejante? #CheryllsAwards ...