Tazas y maleficios

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Narra Ben 

Tres días después de recuperar la lámpara, Aly ya se había ido a su reino.  Mal seguía con sus lecciones y yo con asuntos del reino. 

Un día soleado, yo estaba en mi trono y también Mal. Estábamos aburridos y sólo jugábamos a que debíamos decir una palabra con una letra inicial según la letra del abecedario. Cuando íbamos en la L, el cartero llegó con noticias.

Se llevaría acabo una fiesta del té en el castillo de Cenicienta y estábamos invitados Mal y yo. Pero le vi la cara de disgusto a Mal.

- ¿Qué tienes? Acaso no quieres ir?- le pregunté.

- ¿Qué? por supuesto que quiero...

Le hice cara de duda.

- De acuerdo, no quiero, pero que quieres que haga? no puedo decir que no- dije resongando.

Narra Mal

Bueno, acepté... Unas horas después Evie vino lo más rápido posible para ayudarme a vestirme.

Estaba en la habitación mía y de Ben cuando de pronto entró Evie por la puerta.

- Llegué en cuanto me enteré- dijo sonriendo, pero estaba sudando.

Abrió mi armario y empezó a buscar entre los vestidos hasta que me dijo que me pusiera uno color azul marino. No soy fan del azul marino, pero al ponérmelo me veía bien.

Narra Ben

Yo estaba afuera del castillo, esperando a Mal para irnos al castillo de Cenicienta, hasta que al fin llegó.

Subimos a la limusina y nos fuimos. En el camino le dije a Mal que no se preocupara, que todo estaría bien; pero ella aún se veía desconfiada.

Cuando llegamos, entramos y el ministro dijo que nos esperaban en el kiosko ubicado en el jardín. Salimos al jardín y era muy hermoso, en el kiosko no esperaban los Reyes (no vimos a Chad).

- Bienvenidos, los esperábamos- dijo Cenicienta.

Nos sentamos y comimos una variedad de postres y delicias. 

Conversamos durante media hora, hasta que una sirvienta trajo un tarro con fresas. Mal estaba nerviosa, tenía esa tentación pero no quería quedar en rídiculo sólo por querer comer como animal unas fresas.

- ¿Te encuentras bien, Mal?- preguntó Cenicienta.

Ella sólo miraba las fresas.

- Nada... ¡Miren Allá!- señaló a un lugar y Mal guardó una fresa en su bolso.

Cenicienta y el príncipe voltearon y Mal sólo sonrió como niña buena.

- Fue un gusto haber venido a conversar con ustedes, pero nos tenemos que ir- dije mientras levantaba a Mal de la silla.

Nos fuimos y llegamos al castillo. 

PD: en el camino, Mal multiplicó las fresas  por 20 y se las comió en un récord de 10 segundos.



Descendientes: Vida nueva en el palacio (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora