7. Problemas

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El grito de Daniel me sobresaltó tanto, que empecé con un ataqué de hipo

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El grito de Daniel me sobresaltó tanto, que empecé con un ataqué de hipo. Y acto seguido, todos mis amigos empezaron a gritar más.

—¡Todos fuera, se acabó la fiesta!

—¡Que nadie se atreva a salir por la puerta principal!

—¡Todos salgan por la puerta del patio!

—¡Austin, apaga el estéreo!

Todos vociferaban al mismo tiempo y yo mientras tanto, trataba de contener la respiración para que parara mi ataque.

—¿Qué tienes? —Levi se acercó preocupado a mí—. Dios ¿Qué te pasa?

—Nada, nada —solté el aire contenido—. Estoy bien.

La sala comenzaba a vaciarse, dejando detrás de todos un rastro de basura, migajas, bolsas vacías de frituras, manchas de soda, y desastre total. Me iban a matar, era oficial.

Era por mucho la primera vez que en serio hacia algo malo. Lo peor que he llegado a hacer es traer dos citaciones en una misma semana por mal comportamiento en clases.

¡Todo estaba yendo mal! ¡No debían regresar tan pronto!

—¡Ayúdenme a limpiar! —gritó Daniel desde la otra punta de la sala. Olivia y Caroline se acercaron con una gran funda negra de basura y Austin llevaba consigo una escoba y una pala para recoger basura.

—Dios mío —suspiré—. Esto está yendo de mal en peor...

—¿De qué hablas?

—De qué mis padres van a matarme —incliné un poco la cabeza para verlo—. De qué fallé en un cálculo de matemáticas tan sencillo como calcular la hora estimada de llegada, de qué hice una fiesta sin permiso, de qué voy a perder la confianza de mi familia, de qué nunca jamás voy a poderme quedar sola en casa. De eso hablo.

No podía creer que enserio había hecho una fiesta, no podía creer que enserio había planeado todo eso para conseguir el perdón de un chico. ¡De Levi! No podía creer que el hecho de que sea famoso me estuviera comiendo viva y cambiando mi personalidad. Nunca en mi vida había implorado por perdón, ¿y qué estaba haciendo ahora? Atraer al chico para pedirle disculpas. ¿En qué rayos me estabas convirtiendo? Esa no era yo. Mi orgullo más fuerte que todos mis sentidos, es más, lo usaba con instinto a veces. Decidía no pedir disculpas nunca, ni dejar a mi corazón ablandarse. Me estaba muriendo. Mi verdadera yo estaba muriendo.

—¡Ustedes dos! —Gritó Olivia, quien estaba drogada en azúcar—. ¡Dejen de coquetear y ayuden!

—No estamos coqueteando —puse los ojos en blanco e instintivamente una mueca se posó en mis labios.

—No me vengas con eso, Elizabeth. Ahora ayuda.

Rodé los ojos y caminé con desgana hacia el sofá. ¿Para qué molestarme? Todo se había acabado. Estaba prácticamente a una calle, incluso menos. En algunos segundos estarían en la puerta, y en unos minutos yo estaría castigada en mi habitación. ¿Para qué molestarme?

First Love | Levi MillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora