15. Mirar y Callar

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La tristeza invadía su sistema cada vez que los veía juntos

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La tristeza invadía su sistema cada vez que los veía juntos. Sufría y gritaba por dentro porque su corazón se desgarraba cuando los veía tomados de las manos, abrazándose, o la manera tan sutil que tenía él cuando la miraba.

La miraba como si fuera la única chica del cuarto y sus ojos resplandecían como dos linternas cuando estaba cerca de ella. Se podía sentir el amor que brotaba entre ellos dos.

Por un momento deseó ser ella. Deseó tener ese precioso cabello que hasta desordenado tenía estilo, deseó sus bellos ojos que cuando se juntaban con la luz parecías piedras preciosas.

¿Qué tenía ella de especial? ¿Qué era lo que hacía que él cayera a sus pies?

Se consideraba a si misma más bonita que ella. Más grácil, más femenina, más talentosa. ¡Tenía todo! ¿Por qué no podía verla igual que lo hacía con ella?

La mayoría del tiempo se culpaba a sí misma por no gustarle y eso causaba un mal efecto.

Se culpaba por no tener el cuerpo perfecto y dejaba de comer, se culpaba por no tener el rostro perfecto y se tallaba la cara hasta sangrar, se culpaba por no ser tan bonita y se llenaba el rostro de maquillaje.

Era malo.

Él era malo para su salud y sus sentimientos.

Pero ella no podía evitarlo. Cada vez que lo veía, sus rodillas flaqueaban y un suave rubor se esparcía por sus mejillas. Trataba de verse genial, de verse bonita y seductora, pero lo único que conseguía era una sonrisa amistosa y si tenía suerte un sutil cumplido amistoso.

¡Maldito su corazón que decidió caer por él! ¿Por qué él y no cualquier otro? ¿Por qué entre tantos chicos solo él?

Él.

Tan amable y cordial y con aquella sonrisa que iluminaba el cuarto. Esos bellos ojos y el cabello alborotado.

Lo amaba.

La mayoría de personas decían que a su edad, no podían amar a alguien, es decir, ¿se imaginan? ¿Una chica de quince años amando? ¡Ridícula!

Pero no era así. Todos tienen derecho a amar a alguien, tengan la edad que tengan. Y no, no era un simple capricho, era amor de verdad, lo sentía en el bombear de su corazón y en como su sangre corría por sus venas. Lo conocía lo suficiente para saber que valía la pena y que si estaba enamorada de él, lo entendería, pero no, no podía hacerle algo como eso.

Se merecía ser feliz con ella. Estaba enamorado de otra, y ella debía respetarlo.

Sus únicas opciones eran verlo a la distancia, y anhelar su cercanía, sus abrazos, soñar con sus besos y sus caricias.

Mirar y callar, soportar el desgarrador grito de soledad que emitía su interior y el crujir de su frágil corazón.

Mirar y callar.

Mirar y callar

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First Love | Levi MillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora