29. Pelea

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—¡¿Hizo qué?!

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—¡¿Hizo qué?!

Juré lealtad una vez, hacia mi hermano, diciéndole que no le contaría a mis padres sobre el cigarrillo electrónico que guardaba celosamente en una caja de zapatos en la parte superior del armario. Pero no pude contenerme y le conté a mamá. Desde entonces, nunca me ha confiado nada.

—No se lo digas a nadie, Levi —rogué—. Ten compasión.

—No se lo diré a nadie —me tranquilizó—. Pero Elizabeth, no puedo dejar que Austin juegue con Maddie así. Es mi amiga. No está bien.

Asentí con impotencia. Toda esta situación no me gustaba nada.

—Lo sé —suspiré teatralmente y le puse ojitos de cordero—, pero si haces algo me culparán a mí y se enojarán conmigo, porque yo no debía decir nada pero confío en ti lo suficiente como para saber... que no me defraudaras.

—Me estás chantajeando.

Reí y me acomodé entre las almohadas. Hacia un día estupendo. No había ni una nube en el cielo y el sol se levantaba imponente sobre los techos de las casa. Estaríamos caminando hacia el cine o algún parque de diversiones si no hubiese tenido un gran chisme que contar y una gran bocota que quería desahogarse.

Es que no podía llevar cargando un secreto como aquel yo sola, necesitaba que alguien compartiera el peso conmigo. ¿Y quién mejor que Levi Miller para ello?

—No es verdad, Miller —sonreí—. No he hecho nada.

—Claro que sí, Elizabeth —gateó hasta estar lo suficientemente cerca de mi anatomía para ponerme nerviosa—. Me pusiste tus "ojitos".

Reí mostrando todos los dientes. Tal vez no era tan bonita, pero debía admitir que tenía un encanto natural que me salía de la manera más adorable posible.

Agitar las pestañas era mi don.

—Solo me aseguro de que no dirás nada.

Me observó unos segundos, y luego me besó. Casi como si quisiera vengarse de mi manera de aprovecharme de él. Como si quisiera que me arrepienta de tan solo verlo.

Me fue imposible resistirme a su ataque, así que correspondí gustosa.

—Basta —reí separándome—. No estás jugando limpio.

—¿Y tú sí? —rio con sarcasmo.

Fue increíble la manera en la que logró distraerme de todo el estrés del problema con tan solo un poco de tacto. Me hacía falta relajarme, y él parecía ser la estrategia exacta para este tipo de problemas.

—Elizabeth, en serio —se incorporó—. Maddie es una buena persona, no es justo que alguien juegue con sus sentimientos así.

Suspiré, rindiéndome. Sabía lo que acarreaba contarle de esto a Levi. Sabía los problemas en los que me metería, pero no, era tan necia y terca que decidí contarle, porque imagine que se lo guardaría para él. Pero no era lo suficientemente egoísta para ello. Era noble, dulce y tierno. Y yo lo sabía, pero decidí ignorarlo por completo.

First Love | Levi MillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora