Mi segundo día en la oficina con una imagen más estilizada fue bueno. Conseguí un buen lugar de estacionamiento (no en el subterráneo, obviamente) y detuvieron el ascensor al verme correr hacia el. Eso era mucho para mí.
Al salir, tenía que ir a almorzar con Caitlyn e Ian, pero gracias a Dios sólo asistió Ian.
—¿Has recibido muchos cumplidos?—se burló.
—Aunque no lo creas, no. Es decir, tan sólo de Daniel y las chicas—dije refiriéndome a mi hermana y a Dallas. Creo que lo dije demasiado desanimada ya que Pierce no me había hecho un cumplido. Me di ánimos, no dejaría que eso me afectara. No dejaría que nada relacionado con él me afectara.
—No lo creo— relamió sus labios sin dejar de sonreír. Y es que, me recordó tanto a Daniel. Dios, ¿no habrán intercambiado de cuna a este hombre y a Pierce al nacer?—. Te ves hermosa, no dejes que te hagan creer lo contrario. Son unos idiotas.
Sonreí.
—Oh sí—bebí de mi limonada. En el trabajo había recibido varios <Te ves bien, Beth> y algunos gestos de gran importancia para mí, como lo del ascensor—. ¿Cómo se siente tu madre acerca de esto?
—Está orgullosa de su trabajo—se echó para atrás—. Le has inflado su ego aún más—reí—. Dejando atrás el sorprendente cambio de imagen, ¿te han dicho los planes de Daniel?
Arqueé una ceja.
—¿Qué planes?
—Compró una casa para vivir juntos después de la boda. Supongo que eso es normal pero creí que no te gustaría saber qué estarás muy lejos de casa ya que..., es en Phoenix.
Abrí los ojos demasiado. Daniel había mencionado una sorpresa el día de la cena de compromiso.
—Has arruinado una sorpresa—murmuré.
—¿Sorpresa?—su cara se tornó preocupada—. Cielos, la cagué.
—No—meneé la cabeza—, gracias por decírmelo. No me quiero ir de Manhattan, aquí tengo mi vida.
—No hay nada especial aquí, creí que seguirías a Daniel a donde fuera.
—No me gusta viajar mucho pero iría de una ciudad a otra si él lo hace. Sin embargo, mi hogar está aquí, siempre volvería aquí.
No era sólo el pensar en la idea de alejarme de cierto hombre, decía la verdad sobre que mi vida está aquí. Ian asintió lentamente.
—¿Sabes si Pierce estaba enterado de ello?— agregué.
Rió.
—¿Nicholas? Claro que sí, Daniel no hace nada sin avisarle a su guardián. Por lo que sé, no le gustó la idea. No le molesta tenerlo lejos, nunca ha sido de frecuentarlo mucho; lo que le molesta es que estará lejos contigo y no los podrá vigilar—estaba a punto de sonrojarme cuando continuó—. Supongo que aún no le gustas para esposa de Daniel.
—¿No se frecuentaban?—fue lo único que dije.
—Se tienen un amor de hermanos impresionante, nunca había visto algo así. Pero Nicholas mantiene a todos a cierta distancia, incluso a su familia. Se veían un par de veces al mes, claro que Nick lo llamaba para saber que todo iba bien, y viceversa. Además, Daniel nunca se mantiene mucho tiempo en un lugar, le gusta moverse, me sorprende que se haya quedado en Manhattan tanto tiempo. Supongo que es lo que hace el amor.
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Guilty Pleasure
Teen FictionEstoy desquiciada. De verdad, cada día me vuelvo más loca. ¿La razón? Nicholas Pierce, mi endemoniado jefe y de quien estoy profunda y tontamente enamorada. No tendría nada de malo, varias son las que caen a los pies de sus jefes. No, el problema es...