Asentí y mordí mi labio. Me preguntaba por qué sonaba molesto al hablar con su tío pero no quería parecer entrometida.
Sonrió un poco al ver mi blusa manchada del café de esta mañana. Qué vergonzoso, miraba con burla la mancha— que para mí mala suerte, estaba en mis pechos— y después ladeó la cabeza como para contenerse de reír. Rodé los ojos y me encogí en mi lugar, necesitaba irme ya antes de que me pusiera roja.
Se sirvió un trago de whisky y volvió a acercarse. No se sentó en la silla de cuero, si no en la orilla de la mesa, justo frente a mí.
—Entonces, ¿no está molesto?
—No. No puedo estarlo con usted.
—Y si no está molesto, ¿por qué Davis creyó que sí lo estaba, a tal grado de despedirme?
—Estaba molesto cuando lo llamé, pero no con usted.
—¿Con Daniel?
—Con mi tío. He estado toda la mañana hablando con él sobre lo mismo—arqueé una ceja—. No se preocupe, Elizabeth.
—Me alegra— dije en un suspiró de alivio. Cuando esta vez él arqueo una ceja, me apresuré a hablar—. Es que...no me gustaría estar en la mira de Nicholas Pierce.
Él sonrió, como si le hubiera gustado que lo llamase por su nombre.
—Usted está en mi mira, tenga eso por seguro, Elizabeth— relamió sus labios, dejó su whisky a un lado y se cruzó de brazos—. ¿Daniel le ha dicho que irá a Phoenix otra vez?
Fruncí el ceño:—¿Iremos de nuevo? Pero, ¿a qué?
—Usted no, únicamente él. El quisquilloso de mi abuelo quiere que vaya a ayudarlo con la mudanza.
—¿El señor George se mudará?
—Sí, a casa de mi tío. No viven muy lejos pero Robert lo creyó mejor.
—¿Por qué no contratan a alguien para la mudanza?
—No le gusta que toquen sus cosas. Mi hermano quería llevarla a Phoenix otra vez para no dejarla sola, pero lo he convencido de dejar esa idea.
—¿Por qué? Yo no tengo problema en ir.
—La boda será en pocos meses, un tanto apresurada, por cierto. Por eso necesita estar aquí para planearla. O para verificar que el organizador que contrate haga bien su trabajo.
Asentí.
—No me he ocupado de eso—murmuré—. Tiene razón.
Entonces me di cuenta de que hablábamos como dos personas civilizadas. Sin discutir, sin alzar la voz ni insultarnos el uno al otro. De algún modo, me sentí cómoda y me agradó.
Se inclinó un poco hacia mí, levantando el cuello de mi camisa. Había otra mancha de café ahí, pero esa era vieja.
—Quizás necesita un nuevo guardarropa.
—Estoy bien.
—Está desaliñada—me sonrojé—. Pero, particularmente hoy, se ve exquisita. Me gustan esas botas—reí. No puedo creer que a ambos hermanos les haya gustado mis botas de lluvia. Claro que, esta vez no venía con mis trajes aburridos especialmente comprados (en las rebajas) para el trabajo. Venía un poco más casual, y todo para ponerme las malditas botas.
Sonrió confundido.
—Bueno, gracias. Me esfuerzo—dije en tono tonto.
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Guilty Pleasure
Fiksi RemajaEstoy desquiciada. De verdad, cada día me vuelvo más loca. ¿La razón? Nicholas Pierce, mi endemoniado jefe y de quien estoy profunda y tontamente enamorada. No tendría nada de malo, varias son las que caen a los pies de sus jefes. No, el problema es...