"Acaba de probar el cielo. Soy sólo Nicholas Pierce, el intermediario."

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Apreté los labios mientras veía como el mesero se alejaba.

—Siento llegar tarde—me disculpé otra vez.

—No habría pasado si la hubiera recogido, justo como había dicho.

—Es ésta mujer—suspiré—, no me dejó en paz en todo el día, se fue de mi casa hasta tarde.

Arqueó una ceja:—¿Qué mujer?

—Stephanie Green. Ella diseñará mi vestido.

Se echó para atrás haciendo una mueca.

—Lo siento— agregué—, olvidé que no le gusta hablar sobre estos temas.

—Me da la impresión de que no está muy entusiasmada.

Apreté los labios. No era que no estuviera entusiasmada... Sólo que... Dios, es verdad, soy una persona horrible, ¿por qué no me entusiasma mi propia boda?

—¿No es algo cruel para con Daniel seguir con estos planes?— continuó—. Sólo hará gastar a mi hermano tiempo y dinero para que a última hora se eche para atrás.

—¡No me echaré para atrás!— alzó ambas cejas ante mi brusquedad. Éste idiota quiere molestarme, ni siquiera llevo cinco minutos sentada aquí y ya me ha hecho perder los estribos—. Es sólo que quizás sea muy apresurado— agregué en un murmuro.

No, no era apresurado. Llevaba años de relación con Daniel, años pensando en que cuando nos casáramos sería la boda perfecta. Y ahora, ¿qué diablos me sucedía?

—Vaya, algo de cordura— sonrió con burla—. Esa es otra forma de decir que está insegura. Es normal que lo esté.

Mordí el interior de mi mejilla y me propuse contar hasta diez para volver a mi estado zen con el que había entrado al restaurante. Con la ópera que sonaba sutilmente en todo el restaurante como acompañante, logré hacerlo.

Me incliné para tomar la copa con agua.

—Le aseguro que no es así. Pero dejemos este tema a un lado, no creo que le interese mi vida personal.

—Se equivoca, su vida personal es mi fuente de entretenimiento— sonrió socarronamente. Fruncí el ceño, tremendo hijo de puta—. ¿Quién diría que es tan interesante? Por supuesto hay piezas por unir, la información que conseguí de usted me es inútil.

Alcé ambas cejas:—¿Y qué información conoce sobre mí?

—¿Además de lo obvio? Sólo cosas insignificantes como su educación. Muy turbulenta, por cierto—sonrió con burla—. Sin madre, sin padre, con una hermana igual de bella que usted pero que lamentablemente es casada...

—Cómo le gusta arruinar momentos—me crucé de brazos—. De verdad creí que esta cena podría tener potencial.

—Y lo tiene. No tiene idea de cuánto—dijo. El contacto visual en ese instante hizo que cruzara las piernas, y no diré el porqué porque no quiero admitir lo que sentí—. Así que, ¿le molesta que su hermana me parezca atractiva?

—No, me molesta su falta de delicadeza al hablar sobre difuntos. Sí tengo padre y madre..., sólo que ya no están conmigo.

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