—Oh claro, olvidé que las ferias son una perdida de tiempo para ti— miró a Robert—. ¿A qué juego quieres ir primero, viejo?
Robert me miró y después a su sobrino mayor.
—No, no creo que a mi edad deba— agradecí que inventara ese pretexto para no dejarme sola con su sobrino—. Cuidaré de Beth, esperaremos abajo del juego, incluso grabaré tus gritos de niña.
—Por Dios, ¿por qué nadie quiere subir conmigo?
—Tío— está vez habló el ojiazul—, ve, prometo comportarme con la señorita Elizabeth. Y aprovecharé para despedirme correctamente de ella.
—¿Te vas ahora?— los ojos verdes de Daniel parecieron preocupados. Me sorprendía que la relación de los hermanos Pierce no fuera la mejor y aún así se preocuparan tanto de lo que hacía cada uno—. Pero...aún es temprano.
—Estoy cansado, me iré en un rato, quiero levantarme temprano mañana para no retrasarme.
Se lo agradecía, sabía que no podía tener inconvenientes con su avión privado pero me aliviaba saber que seguía con sus planes.
Robert hizo una mueca y lo medito varios segundos para después asentir. Daniel brincoteó y me besó, vi como Robert le susurraba algo a Pierce y éste apretaba los dientes mientras asentía.
Los vimos alejarse, pero después de unos segundos decidí seguirlos, era una idea buena la de Robert: esperar a que bajaran del juego, quizás grabarlos y estar a la vista para cualquier malentendido...o tentación.
<Estás comprometida con su hermano. Es un pomposo. Es una persona horrible por dentro, tan horrible como lo es bella por fuera>, me repetía eso y más mientras caminaba.
Fui detenida por su mano sosteniendo mi codo, lo miré alzando ambas cejas.
—¿Quiere ir a caminar?— en cuanto esas palabras salieron de su boca, negué frenéticamente—. Me comportaré, no seré grosero ni le insinuare nada. Tiene mi palabra.
Miré en dirección hacia donde habían ido, no se alejaron mucho, de hecho pagaban para subir en un juego muy cerca...y muy alto.
—Por favor— insistió.
Asentí:—Pero no hay que alejarnos mucho.
Sonrió y soltó mi codo. Bajé la mirada a mis pies mientras caminábamos y no pude evitar mirar hacia los de él. Eran los zapatos más ostentosos que había visto—ya que, nunca me fijo en los zapatos que llevan los hombres. Debe ser por eso—. Subí lentamente, primero por sus pantalones beige hasta llegar a su camisa azul tenue, la cual estaba desabotonada hasta el pecho. Últimamente, le daba por vestir así. Claro que, me gustaba aún más cuando usaba esos suéteres por encima de camisas de vestir.
—¿Tengo algo, Elizabeth?— llama mi atención al notar lo perdida que de repente estaba mirándolo—. ¿Acaso....?— dejo la frase en el aire mientras agitaba las manos frente a su cara.
—No, está perfecto— me golpeé mentalmente—. Es decir, pulcro, como siempre. Tan sólo estaba pensando.
Pulcro, qué tonta. ¿Es lo mejor que se me podía ocurrir?
Asintió e hizo una seña hacia el juego de premios. Miré el gran oso que Daniel quería ganar pero no logró y sonreí, había intentado incluso sobornar al hombre con cien dólares (luego de dio cuenta de que su billetera estaba en el auto así que no sirvió mucho), todo por un peluche que cuesta unos pocos dólares en realidad.
—¿Quiere intentar?— preguntó cuando llegamos hasta el juego.
—No, no creo que pueda atinarle a uno solo.
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Guilty Pleasure
Fiksi RemajaEstoy desquiciada. De verdad, cada día me vuelvo más loca. ¿La razón? Nicholas Pierce, mi endemoniado jefe y de quien estoy profunda y tontamente enamorada. No tendría nada de malo, varias son las que caen a los pies de sus jefes. No, el problema es...