Fui despertada por la voz de Pierce.
—Elizabeth— me removí en mi cómodo lugar. Sentí un frío en mis piernas que hizo que la piel se me erizara—. Elizabeth, despierte— meneé la cabeza inconscientemente. Escuché un sonido y después sentí la mano de Pierce en mis piernas, subiendo lentamente hasta llegar a mi trasero. Escuché su voz en mi oído—. Ya llegamos.
Parpadeé varias veces. No porque quisiera levantarme, sino para que dejara de tocar mi trasero y no porque no me gustara, pero debía hacerlo.
Sus ojos azules fueron lo primero que vi, frente a mí y mirándome fijamente.
—Duerme como...
—Lo sé— lo interrumpí, esta sería la tercera vez que me lo dice—. Lo siento— me senté y tallé mi cara.
Cuando bajamos, una camioneta negra nos esperaba.
Pierce habló por teléfono todo el camino hasta el hotel. Me dio una agenda de cuero negro y me dijo que apuntara todas las cosas importantes. Menos mal que sí venía a trabajar y no fue un engaño.
En el ascensor, un hombre pequeño de estatura nos acompañó hasta el último piso con las maletas.
Entré detrás de Pierce, abrazando la agenda de cuero. Pierce le dio un billete al mozo en cuanto éste termino de bajar todas las maletas del carrito (incluso las mías), luego se fue sin siquiera dejarme decir algo.
—Me daré una ducha e iré al restaurante. Alcánceme allá— se dio vuelta.
—Uh...¡Pierce!— me miró y arqueó una ceja esperando a que hablara—. ¿Dónde está mi habitación?
Entrecerró los ojos mientras examinaba el lugar. Luego señaló una de las puertas mientras aclaraba:—Su recámara.
—Oh no, ¿por qué no me ha pedido un cuarto individual? No dormiré aquí...con usted.
—Estaba saturado— me crucé de brazos. Diablos, no quería imaginarme en cuanto saldría la noche todo porque Pierce me quería tener cerca. No creía que no quedara ninguna habitación disponible.
—Yo no quiero una suite ni nada de eso. Quiero la habitación más barata.
—Es muy tarde para eso. Necesita una reservación.
—Elizabeth Windsor necesita una reservación pero Nicholas Pierce no. Ahora ande y consígame una sin importar el precio— entrecerré los ojos—. Bueno, me refiero a la más barata. No quiero la más cara.
—Esta es la más cara, no se preocupe— puso los ojos en blanco mientras cambiaba de peso de un pie a otro—. No haré eso, Elizabeth. No hay nada que hacer. Espere a que haya habitaciones disponibles. Tiene toda la privacidad del mundo en su recámara.
—Pierce...
—Elizabeth...—imitó mi tono caprichoso.
Asentí resignada y entré en la recámara que me había señalado. Traté de no impresionarme demasiado al ver la recámara. ¿Qué? Nunca me había hospedado en un hotel así. Pensándolo bien, nunca me he hospedado en un hotel. Aunque una vez me quede en un motel.
No valía la pena recordarlo, no fue algo digno de recordar para toda la vida. Pero esto sí.
Estaba muy alumbrada (bueno, igual que todo el hotel). Tenía un gran armario. La alfombra era de un color nude y las paredes eran blancas. Una pantalla plana gigante, entre otras cosas.
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Guilty Pleasure
Ficção AdolescenteEstoy desquiciada. De verdad, cada día me vuelvo más loca. ¿La razón? Nicholas Pierce, mi endemoniado jefe y de quien estoy profunda y tontamente enamorada. No tendría nada de malo, varias son las que caen a los pies de sus jefes. No, el problema es...