"Que se case conmigo."

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—¿Puede ser un poco más explícito?

Casi oí sus dientes rechinar.

—Fui grosero. Le pido una disculpa— asentí.

—Queda olvidado— porque esa fue una de muchas veces que fue grosero y petulante en extremo, ahora tiene un nivel de petulancia menor, más soportable. Bueno, en realidad estoy exagerando, sólo hubo otros dos incidentes de ese tipo. Casi siempre me ignoraba—. Aún así, no remplazaré a Dallas.

Frunció el ceño:— Pero me disculpé...

—No tiene nada que ver.

—¿Prefiere que traiga a Keith aquí? Creí que no la soportaba— entrecerré los ojos. Touché.

Relamí mis labios y asentí.

—¿Promete controlar su carácter?— asintió—. Sólo...déjeme avisarle a Davis.

Cuando subí hasta su piso ya con mis cosas y con el permiso de Davis, fui antes a su oficina.

Toqué la puerta pero no recibí respuesta. Después de unos segundos, se abrió. Una sonrisa de oreja a oreja de un rubio me recibió.

—¡Beth, querida, pasa!—me hizo una seña para que entrara.

Entrecerré los ojos tratando de recordar su nombre mientras entraba. Ignoré su obviedad al mirar mi trasero.

—Arthur...— dije al recordar—, ¿dónde está el señor Pierce?

—¿Sabes? Ahora entiendo porque él deja que le digas así. A decir verdad, suena muy sensual— se burló. Se sentó en la gran silla de piel de Pierce—. Nick...no lo sé, acabo de llegar. Es raro porque creí que Nick era exigente con sus empleados pero...su secretaria no está en su lugar. ¡Nadie me recibió adecuadamente!

Meneé la cabeza discretamente. No entendía como Pierce siendo como es lo soportaba. Era una combinación de Daniel con ese ánimo y energía, de Pierce con esa arrogancia, y de cualquier otro fulano.

—Está indispuesta. Yo la sustituiré hoy— él me miró sorprendido y al ver que hablaba en serio, comenzó a reír.

—¿Qué es tan gracioso?

—Chiste privado entre él y yo, lo lamento— se levantó—. Y dime, Beth, ¿cuándo me llegará mi invitación para la boda?— caminó hasta mí.

Rasqué mi mejilla.

—Oh...en realidad, creí que bromeabas con ir.

—Por supuesto que no— tomó mi mano y la llevó a sus labios—. Es una lástima, pero por ningún motivo me la perdería— entrecerré los ojos mientras él besaba el torso de mi mano. Parecía que sabía algo, algo gracioso. Se inclinó hacia mí un poco, demasiado cerca de mi rostro—. Por ningún motivo— repitió en un susurro.

En la puerta apareció Pierce...junto con Daniel. Y maldije porque no estaba cerrada. Daniel, por primera vez, vio a un hombre con verdaderos celos. Nunca se había preocupado por eso. Yo olvidé por completo alejar mi mano y Arthur la mantuvo así para diversión personal. Reaccioné y la quité cuando Pierce aclaró su garganta. No hacía falta mencionar que estaba igual o peor de molesto que Daniel. 

—¡El feliz novio!— exclamó el rubio—. Beth y yo charlábamos. Le decía que por ningún motivo me perdería su boda, ¿no es cierto, Beth?— meneé la cabeza sin pensarlo, Pierce alzó ambas cejas con desconfianza y Arthur rió con fuerza—. Vaya, hay que ponernos de acuerdo.

—Es decir, claro que sí.

Pierce miraba hacia nosotros con duda. Daniel camino hasta mí y tomó mi mano.

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