2x01: Pacto de sangre

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Mes 1

De nuevo aquí, como hace justo un mes, estamos varados en esta soledad otra vez.

Todo ha estado más sombrío y más tranquilo ahora y eso asusta un poco.

Mi familia ha estado mejor y recuperándose de la muerte de mi prima, en especial mi tía, quien parece que se lo está tomando bien, aunque en realidad, debe estar triste.

Florencia y yo hemos estado muy bien, nuestra relación está muy linda y nos queremos mucho.

Fernando, se recuperó rápidamente de la muerte de su madre, Matías está cada vez más bueno utilizando las pistolas y Amanda esta siendo de gran importancia al grupo, ya que es muy buena con las bolas de hierro.

Pero, volvamos al presente, vamos caminando y matando, caminando y matando, no hay nada aquí.

Llegamos a un bosque, no hay nada, sólo unas cuantas personas con miedo, que no se atreven a acercarse.

-Un letrero,- dije- estamos en Valparaíso, pronto encontraremos un lugar útil.

-Ánimo- gritó Florencia- sólo aguanten unas horas más.

Nadie respondió.

En la mañana llegamos a unas casas, con algunas provisiones, estábamos muertos de hambre, nadie quería seguir, así que nos quedamos a descansar, podríamos quedarnos sólo una semana, creo.

Comimos, pero racionando, le dimos comida a mi hermano, lo hizo Amanda, que desde la muerte de Agustina, se encariñó con mi hermano, para esconder su dolor por lo que habíamos vivido.

El día estuvo muy tranquilo y no hablamos mucho, pero en la tarde ya nos logramos recomponer un poco.

-Mañana recorreremos el lugar y si hay lo suficiente, nos quedaremos- dijo mi padre-.

-Se ve tranquilo este lugar,- dijo mi abuela- pero eso no me tranquiliza, creó que han habido muy pocos muertos.

-Es verdad,- dijo Matías- habrá que estar alerta, pueden aparecer, de cualquier lado.

Dormimos, fue una noche tranquila, aunque dormimos todos juntos.

Al otro día, fuimos a buscar en las casas, más provisiones.

Llegamos al centro de la ciudad, no había nadie.

Amanda, no podía entrar a unas casas, que estaban cerradas, como bloqueadas por unos muros de madera.

-Ayudame a tirar, Matías- dijo-.

Los dos tiraron, fuerte, hasta que lograron abrir, y cayeron al suelo, por estar tirando la madera.

Aunque un problema se nos presentó, habían alrededor de 50 caminantes que se acercaban a nosotros, mientras mi tía con mi abuela venían corriendo como con 40 más.

Nos encerraron, pero al contrario de correr, decidimos luchar, nuestras miradas decían que no nos dejaríamos vencer por unos muertos nunca más.

Amanda comenzó a rodar sus cadenas y machacó a muchos con sus grandes y ágiles movimientos, Matías, tomó sus 2 pistolas y comenzó a matar junto a Amanda.

Mi tía, con el machete que era de ella ahora, comenzó a partir cerebros, junto a mi abuela con la ametralladora y mi padre con cuchillos.

Un caminante botó a mi tía y se le cargo encima, mientras esta lo sostenía.

Mi tía ya no podía más y el caminante tocó sus dientes con el cuello, y en ese momento mi abuela le disparó.

Corrió a revisar a mi tía, pero corrió la suerte de que no la mordieron, ni la rasguñaron.

Ya nos quedaban unos 20, y los eliminaron Amanda, Florencia, Matías, Fernando y yo.

Nos sentamos todos en el suelo y sonreímos.

Lo habíamos hecho, eliminamos a muchos y sólo nosotros, nos sentimos felices porque nos dimos cuenta de que somos capaces, ellos no volverán a ser nunca más una amenaza, trabajaremos juntos y lo lograremos, ya estamos mejorando.

Se hacia tarde y venían unos hombres, nos escabullimos en una casa.

-¡Salgan! ¡Los vimos! Tomaremos todo lo de ustedes, mejor no peleen o les irá muy mal!- gritó un hombre muy grande y corpulento.

Tuvimos que hablar entre nosotros...

-No otra vez, no podemos arriesgarnos a negarnos esta vez- dijo mi tía.

-Creo que eso es lo que hay que hacer- dije-.

Todos asintieron.

Se escuchaban gritos de afuera...

-1...,2....y...

-Ya, tranquilos- dijo mi padre mientras íbamos saliendo-.

-Hay mucho aquí...- dijo Fernando- sólo permite que nos llevemos lo que tenemos.

Se reunieron entre ellos.

-Está bien, ¡sólo salgan de aquí antes de que me arrepienta!- dijo riendo-.

Se hizo de noche y hicimos una fogata a unos kilómetros de donde estábamos.

-Parece que no somos buenos, para enfrentarnos con todos- dijo Matías.

-Es verdad, ahora son más peligrosos los vivos que los muertos- dijo Florencia.

- No podemos seguir así,- dijo Amanda- debemos cambiar y ser potentes.

-Desde ahora, todos practicaremos nuestras funciones, nuestras armas y nuestras posiciones frente a un ataque,- dije- no seremos débiles nunca más.

-Además deberíamos escoger un líder de grupo, alguien que decida que hacer y al que todos sigan, alguien que nos represente y que sea responsable- dijo mi abuela mirándome-.

-¿Me estás diciendo que yo sea el líder, abuela?

-Si, eres el más responsable y el que mejor organiza en un momento de problemas, ¿ Qué opinan?

Todos susurraron con la persona del lado y luego miraron a mi abuela y dijeron:

-Si- al unísono-.

-Creo que ya está decidido- dijo mi abuela.

En realidad, yo quería ser líder, me siento preparado y creo que lo haremos bien si todos aportamos.

-Entonces, vamos a hacer algo para sellar nuestra unidad como grupo, para que todos seamos uno- dije-.

-¿Qué piensas hacer?- dijo Florencia tomándome de la mano-.

-Haremos algo llamado pacto de sangre- dije-.

Todos se asustaron y me miraron con miedo.

-Tranquilos,- dije- es sólo hacerse un pequeño corte y dejar nuestra sangre en el fuego en señal de unión.

-Ahhh- dijeron todos mientras asentían-.

Todos hicimos el pacto, que fue muy emocionante ya que recordamos todo lo que hemos pasado juntos.

Mañana comenzaremos nuestro nuevo rumbo a Argentina, para poder llegar, si es posible a la costa Atlántica.

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