1x08: Siempre responsable

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Día 8

Nos faltaba un kilómetro para llegar, la chica despertó, pero no forcejeó mucho con nosotros, le sacamos la amarra de la boca y comenzó a hablar:

-Disculpenme por el disparo, me llamo Amanda, tengo muchas armas a un kilómetro de aquí, creó que hacia allá se dirigían.

-Tenemos que decidir que hacer contigo, por tu culpa mi padre se está muriendo, no tenemos nada para sobrevivir- dije amenazante- ¿cómo es ese lugar?

-No se arrepentirán si no me matan, yo soy siempre responsable, allá es un poco mejor, tuve miedo porque pensé que eran personas malas, no confió mucho en las personas.

-¿Y era necesario disparar?- dijo Florencia-.

-Lo siento, se los recompensaré, sueltenme y les prometo que los llevaré al hospital más cercano.

-¿Hay muchos caminantes?- dijo mi tía.

-No muchos, ya los he eliminado a casi todos. Esta totalmente vacío, pero hay muchas cosas.

- ¿Y que hacías acá?- dijo Fernando-.

-Estaba revisando el perímetro-.

-¿Hay más personas donde vives?

-No, sólo yo.

Los llame a todos y nos alejamos para conversar.

-¿Que haremos con ella?- les pregunté-.

-No confió en ella, quizás debamos dejarla con los caminantes o matarla- dijo Alejandra-.

A todos nos parecio extraño y nos asustó un poco ese comentario.

-Deberíamos llevarla, no tiene armas y nosotros somos muchos y ella no tiene a nadie- dijo mi tía-.

-Me da mala espina, ¿cómo ha sobrevivido sóla estos días?- dijo Fernando.

-¿Qué opinas Franco?- me dijo Florencia-.

-¿Saben que?, llevemosla, nosotros tomamos sus armas, y para entrar en confianza ella debería dejarnos tomarlas, además nos podrá ayudar a llegar y encontrar el hospital.

Continuamos hablando, mientras Alejandra iba a vigilarla.

Luego de unos minutos, Alejandra vino corriendo y gritó:

-Se soltó, tiene unas cadenas con unas bolas de hierro y me amenazó.

Corrimos y llegamos a donde se encontraba.

-¿Y esas armas? -pregunté-.

-Son mías, siempre estuvieron conmigo.

Nos intentamos acercar hacia ella.

-¡Alto, no se me acerquen!

De repente, Agustina se acercó hacia ella y la abrazo en sus piernas, la mujer tenía 27 años aparentemente.

Ella se puso a llorar desconsoladamente y la abrazó también.

La escena fue muy linda y extraña a la vez.

Me reuní con ella y Florencia, apartándonos de los demás.

-¿De dónde sacaste esas cadenas pesadas?

-Esas son mi verdadera arma, la tenía escondida en mi bolso, ¿nunca se les ocurrió revisarlo?

-En realidad no, creo que en realidad no somos tan atentos a nuestro alrededor.

-¿Por qué lloraste cuando te abrazó la niña?- preguntó Florencia.

Se puso a llorar de nuevo, la sentamos y nos contó.

-Estaba en mi casa, en realidad, escapando de casa, iba con mi hijo, de 3 años, no pudimos correr ni 200 metros y lo atrapó uno de esos malditos,- decía mientras lloraba- desde ese día que fui fría y no tome cariño ni compasión por nadie, hasta hoy con esa bebé.

-Llevanos ahora por favor y no perdamos más tiempo- pedí-.

-Bueno, creó que tenía que volver a confiar en que hay buena gente después de todo.

Emprendimos en ese momento el viaje, ésta vez con una nueva acompañante, que de seguro iba a ser de mucha utilidad en nuestro pequeño grupo.

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