Mes 1, Semana 2
Estamos llegando a Argentina, pronto llegaremos, según las señalizaciones a Buenos Aires, y finalmente a la costa Atlántica.
Hoy debería ser mi cumpleaños, y el de mi hermano, según mis cálculos, ahora tengo 18 y él cumplió 3.
Celebramos nuestra fiesta, con un pastel, que encontramos en una casa y unos chocolates.
Mi hermano, está cada vez más grande, eso me recuerda a Agustina y me emociona.
El está tranquilo todavía, no llora al ver caminantes, y ya está aprendiendo a decir muchas palabras y a nombrarlos a todos.
Me encanta cuando habla bien y me nombra:
-Fanco- me dice-.
Él es tan tierno, lo cuidare y lo cuidaremos por siempre, todos están siempre alerta de él, después de lo que nos ha sucedido, en especial Amanda, ya que siempre lo anda buscando y lo cuida cuando puede.
Tenemos suficiente comida para mi hermano, pero no mucha para nosotros, prácticamente estamos muertos de hambre, nos devoramos esa torta.
Cuando nos cantaron cumpleaños, él lloró, le daba miedo, pero aún así sopló un fósforo que había ahí.
Yo me sentí raro cuando me cantaron, pensé en mí y en todos, todo lo que hemos sufrido, todo lo que hemos pasado y el cariño que ya nos tenemos como grupo.
Mis padres me regalaron una pulsera de platino que ellos tenían desde que se conocieron y se hicieron novios.
-Yo... No puedo aceptarlo- dije-.
-¿Por qué?
-Porque es muy importante para ustedes, lo tienen desde que tengo memoria y antes.
-A estas alturas, creó que ya no importa esto, quiero que se lo des a Florencia, ella te hace bien y es una buena nuera- dijo mi madre-.
-Gracias- les dije mientras nos abrazábamos-.
Mi abuela me regalo ropa que había encontrado, mi tía me regaló una foto de mi prima junto con un chocolate y mis amigos en conjunto con todos me dieron un pequeño libro con una foto de todos, que tenía sus caras recortadas de otra foto y pegadas en un fondo de un paisaje de atardecer.
Florencia me llevó a una casa a solas.
-Cierra los ojos.
-Bueno...- dije con extrañeza-.
-Te amo- me dijo y me dió un beso-toma, abre los ojos.
Eran unos anillos
-Eran de mis padres, cuando murieron me los regalaron dijo- Pídeme matrimonio- me susurró-.
-Pero... Se supone que no es así,- dije-las tradiciones de matrimonio no son así.
-¿Qué importa?,- dijo- aquí ya no cuentan las tradiciones en este mundo.
-Bueno...
Me entregó una argolla y yo la otra.
-Prometo ser fiel a ti, hacerte feliz, y amarte, hasta que los caminantes nos separen- dije ríendo-.
-Prometo amarte, respetarte y quererte por todo el resto de nuestras raras vidas- dijo Florencia-.
Nos besamos y nos abrazamos, ella me tomó del cuello y yo una mano en la cintura y la otra en su lindo y sedoso cabello.
El beso fue tan apasionado y largo que nos tuvimos que separar por falta de aire.
-¡Ah! Espera,- le dije- quiero que tengamos esto- mientras le ponía en su mano izquierda la pulsera y yo la otra-.
-¿Qué son estas pulseras?- preguntó-.
-Estas pulseras, son el regalo de mis padres, son de platino y me las dieron sólo para nosotros, para que nuestro amor perdure para siempre,- le dije- dónde quiera que estemos, está será nuestra señal, si algún día nos perdemos o separamos, la dejaremos en algún lugar para que el otro la encuentre.
-Te amo,- me dijo besándome en el cuello- ven, tengo un último regalo, pero éste es por nuestro matrimonio- dijo-.
-¿Qué es?- dije-.
-Nuestra luna de miel...
-¿Pero dijiste que las tradi...
-Ya se lo que dije sobre las tradiciones, pero esta será la excepción, aunque si no quieres, te entiendo- dijo-.
-No, sí quiero, ya tengo 18 años y tu estás apunto de cumplirlos, además, eres la única persona que en realidad conquistó mi amor.
La besé.
Esa noche, fue muy linda y tierna, nos dormimos como a las 3 de la mañana.
-¡Buenos días, cariño,- le dije con vergüenza- despierta!
-¡Dejame dormir, por favor! ¡Tengo sueño!
-No, hoy será un gran día, llegaremos a Buenos Aires y quizás encontraremos donde vivir...
Despertó, se puso mi camisa celeste, que me habían regalado y sus pantalones, yo mi polera, con mi camisa gris, ya que tenía puestos los pantalones.
Bajamos al primer piso, y fuimos con los demás y nos apresuramos para llegar lo más pronto, mientras nos felicitaban, por ver los anillos con las pulseras.
A unos 2 kilómetros se empezó a divisar una montaña, creó que ya estábamos en Buenos Aires.
A las 3 de la tarde comenzamos a subir la montaña.
Fue una larga subida, pero cuando llegamos arriba, la cara de felicidad, por lo que habíamos visto, era increíble.
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The Walking Dead
FanfictionCuando no queda nada más que sobrevivir o luchar por los que quieres es cuando en realidad se le toma el peso a la vida. Historia de lucha, sufrimiento y a la vez felicidad que demuestra lo que en realidad se puede hacer por mantener a salvo tu vida...