Capítulo 30 Remember me (1/2)

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Luzu
-Hola hermano, faltan solo siete días para casarme, puedes creerlo, siete días. Me hubiera gustado tanto que estuvieras aquí, bueno, sé que lo estás, pero que estuvieras presente en mi boda, que me dieras ese abrazo para felicitarme, que me acompañaras ese día-
-¿Sabías una cosa?, estos últimos días he estado pensando mucho en cuando nos conocimos...-

Memorias

-¡Ya déjenme!- gritaba entre llantos el pequeño niño, quien se encontraba en el piso de aquella banqueta, entre medio de dos niños mucho más grandes que el -No seas llorón, no pareces hombre- decían los dos chicos mientras empujaban al más pequeño con sus pies, -Po... Por favor, basta- le era más difícil hablar entre sollozos. Los más mayores comenzaron a reír mientras que se inventaban más burlas para decirle, y cuando más divertidos parecían estar, a causa del sufrimiento del menor, una voz los hizo parar -¿Qué no escucharon?, que lo dejen en paz ya- un tercer niño apareció, haciéndoles frente a los otros dos. Como todo un hombre valiente, se paró frente a ambos, colocando sus manos a los costados, los otros dos chicos se miraron entre ellos y voltearon a ver al líder ojos claros, quien los miraba con recelo, -Voy a contar hasta tres y quiero que se vayan- dijo el de ojos claros frunciendo el ceño, los otros dos se echaron a reír y se acercaron más, pero como un valiente este niño ni se movió, -No nos das miedo y no nos vamos a ir- el menor solo observaba desde el suelo la escena, con lágrimas en los ojos y dejando escapar uno que otro sollozo. El pequeño llevó sus manos a los oídos, y cerró sus ojos, odiaba ver escenas como estas, odiaba las discusiones, y odiaba que las personas pelearán. Pasarían un par de minutos cuando sintió que alguien le tocaba el hombro, abrió lentamente sus ojos, para toparse con aquel niño de ojos claros, mirándolo y sonriéndole, con su mano extendida, el menor tomó la mano del mayor y este le ayudó a pararse, -¿Estás bien?- preguntó el de ojos claros, mirando como el más chico limpiaba sus ojos con la manga de su jersey, este solo asintió y volvió a mirarlo, -Soy Jorge- dijo extendiendo su mano una vez más, el menor extendió su mano igual  -Yo soy Luzu- y ambos sonrieron.

-¡Luzu, ven a cenar!- se escuchó una dulce voz femenina a lo lejos, -Ya me tengo que ir- dijo el menor, -Está bien- respondió el de ojos claros y cada uno caminó en dirección contraria, -¡Oye niño!- gritó el mayor, haciendo que el más pequeño se detuviese, y se girase a verlo -¿Y si mañana vienes a jugar a mi casa?- preguntó con una sonrisa, el menor asintió y ambos volvieron a sus casas.

Así fueron pasando los días, y las vacaciones se iban acortando, y estos dos niños se hacían cada vez más amigos, más unidos, el pequeño Luzu se apegó más a Jorge, pues con el se sentía protegido, y su compañía era las más agradable de todo el mundo, según sus palabras. Si no estaban en casa de Jorge, jugando, estaban en casa de Luzu mirando algunas películas, a veces uno dormía en casa del otro, así se lo iban turnando. Sin duda estos dos niños habían formado un lazo enorme en tan poco tiempo, se habían vuelto muy unidos, y podría decirse sin dudar, que se volvieron los mejores amigos, pero los días se iban terminando, esos días de diversión continúa, estaban acabando, pues pronto las vacaciones terminarían y ambos deberán volver a clases, lo que significaba, muchas horas separados, a los ojos de un niño, y esto preocupaba al pequeño Luzu, pues no tendría más a su amigo para defenderlo de aquellos dos, que lo único que más disfrutaban hacer era molestarlo, reírse de él y hacerlo llorar, así eran sus días de clase, y esos días que tanto odiaba, estaban por volver.

Era lunes por la noche, la mayoría de las personas del vecindario ya dormían, a excepción de una pareja que estaba discutiendo a pulmón abierto, los gritos del hombre podían escucharse con claridad, ante el silencio de la noche, podría decirse que todos estaban acostumbrados ya a eso, todos, menos la familia de Jorge, quienes eran nuevos por estos lares. Eran más o menos las doce de la noche, y a Jorge se le dificultaba poder dormir cono esos gritos, así que decidió salir a ver de qué se trataba; niños curiosos. Camino un pequeño tramo, hasta que escuchó unos sollozos que venían de atrás de un pequeño árbol, así que lo que hizo fue asomarse, encontrándose con aquel pequeño niño que encontró siendo molestado por dos abusivos, -¿Luzu?- dijo algo confundido, el menos alzó la vista, topándose con esos ojos claros, observándolo detenidamente, los ojos del menor estaban inundados, y los sollozos no paraban, -Luzu- dijo para después quedar a su mismo nivel -Que pasa, por que lloras- no entendía el por que de esa extraña situación, una, era por la hora, era muy tarde para que un niño de la edad de Luzu anduviera fuera de casa, claro que no es que el fuese un chico mayor, pero el se consideraba lo suficientemente valiente para poder salir solo; Luzu aun con los ojos convertidos en cascadas y su voz entrecortada, trato de responder lo mas claro posible -Mi... Mi... Papá- decía con dificultad, pues los fuertes sollozos que pegaba le impedían hablar, pero Jorge no hacía mas que prestarle atención, -Otra... Otra vez... Gri... Gritando- la expresión en la cara del mayor cambió por completo, de total asombro por encontrar a su pequeño amigo llorando, tras un árbol a estas horas de la noche, a completa tristeza, al saber cual era la causa de su sufrimiento, y una cosa pasaba aquí, que a Jorge no le gustaba ver sufrir al pequeño Luzu, sentía que su corazoncillo se partía en dos y lo único que vio mas conveniente en ese momento, fue abrazarlo, se acercó mas a el, y lo rodeó con sus brazos, a lo que el pequeño respondió a esto con mas lagrimas; todos necesitamos alguna vez, mas que palabras, un fuerte abrazo, uno que nos demuestre que las cosas irán bien, que nos haga sentir queridos y protegidos, y así es como se sentía en este momento nuestro pequeño Luzu, se sentía protegido en los brazos de Jorge.

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