Capítulo 33 Bum

62 9 0
                                    

La Boda..

(Samuel)
Hoy se suponía que debía ser uno de los días más felices de mi vida, por fin me casaba, y con quien más que con el hombre más maravilloso que puede existir, deberías alegrarte Samuel... Pero muy lejos de eso, mi cara luce normal, no hay ninguna expresión en ella, ¿qué es lo que veo en mi reflejo?, a un hombre que está a punto de unir su vida a alguien que no ama, que está a punto de cometer, lo que podría ser un grave error, y que aún estando consciente de ello, lo va a hacer. No puedo evitar cerrar los ojos e imaginarme lo que será mi vida de hoy en adelante, no puedo evitar pensar en el...

-¿¡Samuel ya estás listo!?- tenía su sonrisa bien granada en mi cabeza, todos los momentos que habíamos pasado juntos, nuestra semana viviendo juntos, cada momento que quería volver a revivir, pero en cambio me encontraba parado frente a un espejo, observándome, con mi traje, mi cabello perfectamente arreglado, podía escuchar el murmullo de la gente que iba llegando, la música que sonaba de fondo, querían sacarme de mis pensamientos, pero, volvía a cerrar mis ojos y ahí estaba el, mirándome y sonriéndome desde la cama, con su cabello alborotado, sus mejillas rosadas, sus ojos cerrados a causa de su enorme sonrisa, ¿Por qué hago esto? ¿Por qué me engaño así?, -¿Samuel?- quisiera volver el tiempo, quisiera regresar al principio y jamás haberle conocido, pero, de no haber sido por el, el vacío que sentía jamás se hubiera llenado, nunca me habría dado cuenta del error que estoy cometiendo, ¿Y de que sirve darse cuenta?, si aún así lo haré, si aún sabiendo lo que quiero, teniendo claro lo que prefiero, aceptando que el casarme hoy es lo peor que puedo hacer, si aún así, lo haré, ¿de qué sirve darse cuenta?, Guillermo... Si tú estabas destinado a estar conmigo ¿Por qué llegaste tan tarde? -¡Samuel abre la puerta- Dicen que las cosas buenas tardan en llegar, más nunca te dicen que pueden llegar en el peor momento, ¿Por qué es tan complicado? La vida te pone enfrente lo que necesitas, lo que siempre has deseado, lo que tanto buscabas, cuando no puedes tenerlo ¿por qué?, dicen que uno mismo escribe su propio destino, que uno mismo es capaz de decidir su futuro, ¿Es verdad? Y si es verdad, ¿Por qué yo no puedo?, solo eso quiero saber.

Cierro mis ojos una vez más, y retrocedo unos pasos, chocándome con la cama y cayendo en ella, siento ese maldito nudo en la garganta, y como una lagrima logra escapar. Se supone que uno llora de felicidad el día de su boda, y yo más que felicidad, siento desdicha, me siento desdichado, -Samuel- su voz me tranquiliza mucho -Dime- sus ojos mirándome fijamente -Te quiero- me hace estremecer con solamente una palabra -Yo también te quiero- no quiero levantarme, ¿Y si me quedo aquí acostado? Tal vez se cansen de esperar y se vayan, -¡Samuel coñooo!- ese grito y un fuerte golpe en la puerta me hicieron volver a la realidad, me senté de golpe en la cama y observe la puerta por unos segundos, me levante y fui a abrir, -¿Qué cojones te pasa tío?- no respondí nada, camine de regreso al espejo y arreglé un poco más mi cabello, Abel caminó hacia mí y se colocó detrás -Tu cabello está perfecto, ¿quieres decirme que te pasa?- me dijo cruzándose de brazos, tome aire y lo deje salir después, -Hombre pues, hoy me caso ¿sabías?, y estoy algo nervioso- le respondí dedicándole una sonrisa, que más que eso, parecía una mueca.
No dijo nada, mi miro fijo por un momento y se colocó frente a mi, acomodó el cuello de mi camisa y mi corbata, dio una pequeña sacudida al saco y me sonrió, -Eres malísimo haciendo nudos- me dijo mientras volvía a dar un vistazo a mi ropa -Además, ahora que lo pienso, eres pésimo en la cocina, espero no recibir algún día una llamada, diciendo que mi único hermano murió de intoxicación- decía las cosas de una manera tan seria, mientras que yo había dejado escapar una sonrisa -Lo ves, así te ves mejor, anda vamos ya, es hora-

(Luzu)
Por fin había llegado el día, en unos cuantos minutos más, Samuel y yo estaremos casados, tantísimo tiempo esperando, planeando y soñando este día, y aquí estoy, frente a este enorme espejo, dándome los últimos arreglos, que nervios. Estoy feliz... ¿Lo estoy?... Lo estoy, pero no puedo dejar de pensar en lo que pasó con Frank, en que pudo evitarse, él estaba algo tomado, pero yo no, y no lo paré, al contrario, continúe, algo en mi quiso continuar, podríamos culpar al alcohol, pero, ¿y la segunda vez?. Siempre he sido sincero, nunca he mentido y mucho menos a Samuel, pero, ¿ocultar las cosas, es mentir?, ¿no verdad?, omitir lo que has hecho, no significa que estés mintiendo, simplemente evitaste contar algo, ¿estoy en lo cierto?, ya no sé que es cierto y que no. A pesar de haber hablado y dejado las cosas claras, no me sentía bien al respecto, Frank se volvió un completo extraño, y si os soy sincero, me duele, me duele no sé por qué. Me siento la peor persona, engañé a Samuel y lastime a Frank, a ese chico que no se lo merecía para nada. Si hoy es un día muy importante para mí, pero no dejan de darme vuelta en la cabeza esas cosas,  -¿Luzu?- escuche una dulce voz, seguida de pequeños golpecitos en la puerta -Un momento- dije acomodando mi corbata -Pasa, está abierto- y vi cómo se abría la puerta -Hi Luzu, ¿How aré you?- una simple pregunta que puede tener miles de respuestas, pero en este instante solo una venía y me describía -Ansioso- dije volteando a verla, ella me sonreía y lucia un hermoso vestido rosa, se veía hermosa -Estas lindisima Lanita- le dije sonriendo, su presencia aquí solo significaba una cosa, que ya era hora, pues así habíamos quedado, Lanita vendría por mí y Abel por Samuel. Di un último vistazo al espejo, asegurándome que todo en mi estuviese perfecto, removí mi cabello, acomode la corbata una vez más, di pequeños jalones a mi saco y sacudí mis pantalones, estaba realmente nervioso -You look great Luzu, tranquilo- me dijo apoyando sus manos en mis hombros -Todo será perfecto- y entonces se dirigió a la puerta, yo la miré y ella me sonrió -Come on, no hagamos esperar a tu prometido- Samuel era más desesperado que nadie, y supongo que él ya estaría abajo con los demás, -Dame solo un segundo- ella me sonrió y salió de la habitación, -Great, esperaré afuera- y entonces salió.

Así es el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora