44. Enemigo amistoso

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Esa en definitiva no fue mi semana, porque desde que esperé el bus hace unos días, bajo la lluvia, pesqué un resfriado y no era bonito tener fiebre y ser una máquina de mocos (suena como volver a kinder). El lado bueno: Tres días de incapacidad en el hospital, Tarantino se comportaba como un humano cerca a Jamima...era algo para agradecer.

Todo se veía tan gris y aburrido, (bueno, era otoño) además de que era el gran mes de Halloween mi mes favorito (después de Navidad). Tenía tanta emoción por las fiestas de disfraces y las películas de terror antiguas que presentan en las noches...quizá me tire unos cuantos chicos (una dama no hablaría así, pero...¿quién dice que lo soy?).

Cuando eres pequeño y tienes un resfriado, te quedas en casa o tu madre te obliga a ir a la escuela aunque te sientas tan mal que te duele moverte (homenaje a todos los estudiantes que aún sintiéndose como zombies fueron a la escuela, los admiro). Yo tenía que auto obligarme a ir al trabajo, como si mi cerebro tuviera un chip recordándome mi infancia: Mi tío nos despertaba con una corneta y gritos dignos de un sargento (y sólo éramos niñas).

Estaba más que harta de vender más álbumes de los artistas del momento y que con cada compra se disminuyeran mis ganas de siquiera escucharlo. Algunas personas se me quedaban viendo, casi diciéndome con los ojos: "Oye, te ves enferma. Si no te molesta, tomaré mi bolsa con asco".

Cuando finalmente acabó mi turno, tuve que envolverme en la bufanda más caliente (eso es gracioso...lo siento) y larga, lo suficiente para abrigarme al punto de no saber si era aire caliente o me estaba sofocando. Tuve que tomar el subterráneo, sin apuro.

—¿Largo día, Hewitt? —voltee a ver, era Ian...¿podría ser peor?. Me miraba con una sonrisa muy tenue (era linda, claro, si no lo odiara).

No sabía cómo me había reconocido si sólo podían verse mis ojos...espeluznante.

—¿Cómo estuvo el día en el hospital, doctor? —rodé los ojos cuando dije la última palabra para decir claramente "sarcasmo".

—Estuvo algo aburrido —noté como me miraba de arriba a abajo; extrañamente la neurona más estúpida me gritaba que se sentía atraída por él...pero era un jurado de cien billones contra una— , faltaba tu actitud colorida de niña.

—No sé qué intentas hacer...pero una cosa es segura, estoy resfriada —sentí un leve pero molesto dolor de cabeza, no pude evitar llevar mi mano a un costado de la zona afectada y gruñir en wookie (disimulado...quizá alguien me haya oído y le tapó los oídos a sus hijos): Maldita sea— . No hables más.

—No soy tu enemigo, Lexi —Ian rió frotándome la espalda, era tan extraño que no me irritara.

—Claro —dije con sarcasmo— . Si dices una palabra más, explotaré.

Las personas a mi alrededor comenzaron a retroceder con rapidez. Luego hice un cálculo mental: Tu bufanda + lo que acabas de decir = Todos los que se alejaron son unos idiotas que piensan que eres algún tipo de terrorista.

—¡Este país apesta! —bueno, eso no ayuda— . No soy terrorista, malditos ignorantes. Además, déjenme decirles que eso es muy racista de su parte. Les agradecería mucho que la próxima vez sean más corteses y comprensivos...Además vi que algunos comenzaron a llamar al 911.

Entré al subterráneo cinco minutos después, todos seguían mirándome raro. Todo estaba en silencio.

—Las chicas musulmanas usan hijabs, van en la cabeza —vociferé cuando una anciana especulaba con otra con un rostro de disgusto— .¿Además de prejuiciosas, ignorantes? Por favor.

Single as a Pringle: Tierna pero pesadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora