39. En un momento así, sólo se puede reír

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Derek me llevó a su apartamento, quedaba a unas cuadras del vecindario de mi tía Lena. Nos quedamos toda la noche viendo películas en Netflix, comenzamos a comer cosas extrañas (papas fritas con mantequilla de maní, donas de avena y pasas, batido de mango con banana y jugo de naranja...extrañamente, no nos ocurrió nada malo) y me fui a las tres de la mañana en su motocicleta (traté de ocultar mis nervios pero cada vez que aceleraba, empezaba a pensar técnicas de escape).

Entré despacio en casa, pero Nina no estaba de todas formas. Abrí el refrigerador y me atraganté con aún más jugo de naranja.

Miré mi celular, por un momento, desde hace una semana mi protector de pantalla éramos Cara, Matt, Cece, Dan, Jonah, Nina, algunos que no sabía bien quiénes eran y luego tomando la foto, en el frente, estaba yo en los brazos de Matt, todos estábamos en California por el verano en mi cumpleaños.



25 de Febrero, 2009.

Matt era de esos chicos que no me gustaban: No era popular, era muy rudo, de vez en cuando se sentaba solo, cuando se sentaba con su grupo era más que divertido, era muy intelectual, era un artista, todo lo que hacía le salía bien. Su novia era hermosa y muy divertida. Él era tan perfecto, que desee nunca haberlo mirado o haberle hablado.

De todas formas, seguía en mi nube, sola, pero fabulosa. Me gustaba comer afuera, aunque era propensa a que un balón me golpeara porque definitivamente, esa no era mi semana: Me habían golpeado dos veces con dos balones diferentes, me rompí una uña y comenzó a sangrar además de que alguien me gritó "Frida Kahlo" por mis cejas, pero eso me dio ánimo.

Estaba comiendo hamburguesa con Dr.Pepper y un vaso de fruta picada (hay que ser sanos, chicos, ya saben, para crecer), intentaba mantener los ojos en el juego de fútbol americano por protección, siempre estaba el idiota que me golpeaba. Por un momento bajé la guardia para seguir comiendo pero el balón me dio en la cabeza.

Hice a un lado la bandeja, sin esconder lo enojada que estaba. Tomé el balón e intenté buscar al responsable. Era un chico que estaba demasiado lejos, sonrió y me gritó.

—Ya, niña, devuelve el balón. No querrás que se te rompa una uña —todos comenzaron a reír.

Con toda mi fuerza explosiva, la lancé, pero no pensé que el tiro le diera en las partes nobles. No pude esconder mi risa, al igual que sus compañeros de grupo.

—Esa chica es Hewitt —oí decir (¿por qué todo el mundo conoce a mi hermano? Puedes ir a la tienda y decir: "Joe Hewitt" y siempre te responden)— ,¿pensabas que sería gentil contigo?. Idiota.

Me había limitado a ser la chica/chico de la escuela, la niña tierna a que puede quemar tu trabajo sólo porque hiciste llorar a alguien (eso lo hice cuento tenía diez, el novio de mi amiga la dejó por otra tonta más "bonita" y quemé su trabajo de historia...era el tipo de justicia que me gustaba, como Batman o V), eso significaba que los chicos podrían meterme en problemas por pasarse de agresivos.

—¿Eso te pareció gracioso? —el chico paró de reírse, al parecer al chico que golpee resultaba ser el capitán del equipo y estaba muy molesto— .¿Nadie le ha enseña a esa niñita lo que es ser una chica?.

—Sí, significa que puedo defenderme pegándote en las bolas porque me harté de que el maldito balón me de en la cabeza y luego tenga que oír tus comentarios sexistas de una familia súper blanca —el chico se irguió molesto, estaba asintiendo de manera agresiva (no soy una molesta, estaba diciendo la verdad, y se indignaba...¿Qué está mal?)— .No me mires así, amigo. Es verdad que soy agresiva, ¿quieres una prueba?.

Single as a Pringle: Tierna pero pesadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora