El chico del primer beso
Cerré la puerta detrás de mí y me encaminé a la sala, sintiéndome aburrida de nuevo. Las vacaciones iban a ser un desastre si no encontraba algo entretenido de hacer en todo este tiempo. Y al paso que iba, terminaría regresando a la academia de baile por puro tedio.
Me tendí en el sofá y miré al techo blanco fijamente.
Necesito una señal, Dios.
―Rachel
―¡¿Dios?! ―grazné con sorpresa alzándome del tiro.
―¿Dios? ―Dan me miraba con diversión apoyado en umbral de la sala― Vaya que debes estar aburrida si esperas que Dios te hable.
Rodé los ojos y me enderecé tratando de recoger la poca dignidad que me quedaba.
―No te escuché entrar ―puntualicé
―Veo que no ―rió y se dejó caer a mí lado en el sofá, donde mis piernas habían estado tendidas hace unos segundos―. Vine a ver si querías ir a surfear un rato
―¿Surfear? ―repetí atónita. Él asintió y ladeé la cabeza, aun mirándolo confundida. Hace mucho que no lo hacíamos―, ¿de verdad?
―Sí, pensé que podía ser divertido hacer algo juntos esta tarde. Aunque entiendo si estás ocupada. No quiero interrumpir nada, tal vez Dios esté por contestarte o...
―¡Cállate! ―golpeé su brazo, riéndome de su expresión.
―¿Entonces, quieres ir o no?
―¡Claro que sí! ―contesté emocionada poniéndome de pie― Sólo espera un segundo
―Bien
Subí corriendo las escaleras y entré en mi habitación casi eufórica. Esto era definitivamente mi salvación. Saqué un bikini del armario y busqué mi bolso de playa, donde siempre conservaba una toalla seca, lentes oscuros y protector solar. Me quité el vestido, lo lancé dentro del bolso y me puse el traje de baño, con una camisa de neopreno y un short de jean encima.
Regresé a bajo saltando de a dos escalones y me detuve en el umbral de la sala, haciéndole señas a Dan para que se diese prisa, y levantara su trasero del sofá. Me sentía como una niña ansiosa por abrir los regalos la mañana de navidad. Mientras él caminaba hacia mí, estaba conteniéndome para no tomarlo del brazo y arrastrarlo cuanto antes fuera de la casa.
―Respira ―me recordó con una sonrisa mientras pasaba un brazo sobre los hombros encaminándonos a la puerta― ¿te acuerdas de cuando vimos "Vecinos invasores"?
Aunque no entendía muy bien a qué venía esto, me reí. No podía olvidar esa película. La habíamos visto un millón de veces cuando éramos niños, aún en contra del voto de mi hermano, quien por cierto, la odiaba.
―Síp
―Pues, en este momento te encuentro muy parecida a la ardilla, esa acelerada...mmm... ¿cómo se llamaba?
―Artie, ¿no?... ¡Mamá voy a salir con Dan! ―grité desde la puerta y la cerré luego de escuchar su "Bien, tengan cuidado y vuelvan temprano"―. Y no te burles. Es normal que me emocione, estaba muriendo de aburrimiento ―bueno, la expresión "morir de aburrimiento" no era del todo exacta. Me había divertido un montón mientras Richard estaba ahí. Pero de algún modo, el pasar este día sin tener que ir a la escuela (y sin la presión de tener que ir pronto) me hizo sentir falta de objetivos, y además, me hizo ver que, tal vez, la idea de dejar la academia pudo haber sido un poco apresurada―. Esto fue como una revelación.
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25 días para recordar
Подростковая литератураMiré hacia al mar frente a nosotros, sintiendo como una sonrisa se extendía por mi rostro. En este lugar, y con Dan aquí, este momento se sentía bien. De hecho, se sentía increíble. ―Dan ―dije girando mi rostro en dirección a él. Me di cuenta de que...