Día 4: Martes [2]

104 10 1
                                    

Decisiones correctas


Al final, Debbie y Richard llevaban razón. Era cierto. ¿Por qué iba a contarle a Dan sobre mi cita con Brice? No era su asunto, dudaba que le interesara y, en caso de que lo hiciera, sólo sería para quejarse y decirme que merecía a alguien mejor. Porque ese era justo el asunto de Dan: para él, yo siempre mecía a alguien mejor.

Estaba pensando que ese ideal de hombre-para-mí que estaba en su cabeza era tan perfecto que tal vez sí acabaría siendo la tía solterona Rachel. Era por eso que ir a California era la decisión correcta. Y era por eso que aprovechar cada momento que tuviera con él hasta entonces también lo era.

Por eso mismo estaba sentada en el sofá de su sala, con un pedido de Burger King sobre la mesa, junto a un montón de bolsas de comida chatarra, dulces, refrescos y la cuarta temporada de The Walking Dead. Margareth y Audrey habían salido y Gary, el padre de Dan, estaba trabajando. Así que, sintiéndome como en mi casa ―porque prácticamente lo era―, encendí la tele y abrí una bolsa de galletas mientras esperaba.


La puerta de la entrada se abrió veinte minutos después.

―Rachel ―dijo Dan con una sonrisa, mirándome desde el umbral de la sala.  

Lucía agotado y ―tenía que admitirlo― también sexy. Traía el casco y su bolso de entrenamiento en las manos. Todavía llevaba puesto su uniforme y, el cabello mojado en sudor. Además, sus ojos tenían esa mirada despierta e iluminada que siempre ponía luego de jugar y sus mejillas estaban rojas, probablemente por el calor del ejercicio.

Le sonreí arrugando la nariz.  

―Dios, qué mal hueles. Pensé que por lo menos tomarías una ducha antes de venir a aquí

Él no dijo nada, pero se me quedó viendo con esa sonrisa de lado que sólo podía significar una de sus ideas... 

Oh, oh

―¡Rachel! ―gritó dejando caer las cosas que traía

De un momento a otro, lo tenía encima, abrazándome.

―¡Aparta! ―chillé mientras su risa en mi cuello me causaba escalofríos― ¡Dan, me estás llenando de sudor!

―Es amor líquido

―¡Dios, no! ―dije empujándolo― Es tu asqueroso sudor de deportista.

Él empezó a reír como loco, pero accedió a subir y darse una ducha. Antes de darme cuenta, ya lo tenía a mi lado ―limpio y presentable― terminando su hamburguesa doble con queso.

―Te amo por esto ―dijo Dan luego de tragar el último bocado―, lo sabes, ¿no?

Sonreí y asentí, en parte porque casi me atraganté al escucharlo decir "te amo" y en parte porque aún tenía la boca llena.

Él se llevó su vaso de refresco a los labios y tomó el control remoto.

―¿la puedo poner ya?

Aparté las bolsas y papeles de las hamburguesas, tomé una lata de Pringles y me recosté del respaldo mientras las destapaba.

―Sí, ponla

Dan pulsó play, puso un cojín en mi regazo y descansó su cabeza en él. Cuando me miró, alcé una ceja cuestionándolo, pero él sólo abrió la boca para que le diera una papa. Puse los ojos en blanco y lo hice.

―Creo que te estoy malacostumbrando

Él sonrió.

―No, está siendo una maravillosa mejor amiga ―contestó convencido

25 días para recordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora