Día 3: Lunes [1]

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La mala mañana


―¡ES UNA PERRA! ―gritó Debbie desde el otro lado de la línea mientras las lágrimas continuaban bajando por mi rostro. Estaba realmente molesta luego de que le hablara sobre la conversación en los baños con Angie― Debiste contarme esto ayer para que pudiera darle su merecido, Rachel. ¡Oh...esa bruja! ¿Cómo se le ocurrió hablarte así? ―resopló con fuerza― Deja que la vea. No va a quedar ni el polvo de ella

Vamos, Deb ―dije con voz ronca―, eso no tiene caso.

¿Cómo que no tiene caso? ¡DEFENDER A MI MEJOR AMIGA SIEMPRE TIENE CASO!

Debbie, no lo sé... Tal vez Angie tiene razón...

¡¿TE ESTÁ OYENDO, RACHEL BALE?! Esta tipa, que se supone que es tu amiga, habla mal de ti a tus espaldas, trata de quitarte a tu mejor amigo, te insulta y ¡¿vas a creerle?! ¡¿Te volviste loca, o ya te lavó el cerebro?!

No sé, Debbie... Es que tal vez sea cierto, tal vez estoy impidiendo que Dan sea feliz con alguien más

―¡¡¡¿Cómo vas a decir eso?!!!

―Bueno, tú sabes cuantas chicas han tenido problemas con él por mí ―sorbí por la nariz―. ¿No crees que podría ser una especie de obstáculo?

¡POR FAVOR, RACHEL! ―gritó mi amiga con indignación. Algo dentro de mí me dijo que esta conversación no nos estaba llevando a ninguna parte― Dany no necesita a ese tipo de chicas en su vida. Además, ¿tú alguna vez le has pedido que termine con alguna?

―No ―suspiré. No lo había hecho, pero aun así me sentía responsable.

Claro que no. ¿Pero sabes porque Dan lo sigue haciendo?: Porque eres su mejor amiga y te adora, y sabe que no va a ser feliz con ninguna chica que no te acepte. Así que vas a dejar de llorar y a poner tu mejor sonrisa, y te olvidarás de esa tonta. Y que quede claro que no es una sugerencia, ¡es una orden!

A pesar de que Debbie estaba haciendo su mejor esfuerzo hacerme tomar el tema con humor y subirme el ánimo, no me sentía en condiciones como para seguirle el juego. Esto no solo se trataba de Angie. No era tan simple. Se trataba de mí, de como no podía seguir con esto.

―Me voy a California, Debbie ―dije sin más, interrumpiendo su repertorio de insultos hacia Angie. Ni yo misma estaba segura de en qué momento lo había decidido, pero todo parecía muy claro ahora.

¿A California? ―repitió desconcertada― ¿Te refieres en un año?, ¿luego de graduarnos?

Asentí, a pesar de que sabía que ella no me estaba viendo, y me dejé caer hacia atrás, descansando mi espalda del asiento del sofá. Me sentía cansada y estaban comenzando a arderme los ojos. Prácticamente no había dejado de llorar desde que desperté en la mañana. Anoche tuve un horrible sueño en el que Dan estaba casado con una chica rubia y tenía dos lindos hijos. Yo seguía soltera, a pesar de tener cuarenta, y todavía estaba enamorada de él.

Fue tan aterrador que apenas podía explicarlo.

Pero, ¿en qué momento lo decidiste, Rach? ―preguntó mi amiga interpretando mi silencio como un sí. Su tono era totalmente diferente ahora― Pensé que habíamos quedado en ir a New York. Ya sabes, compartir apartamento, tú yendo a culinary institute of america, yo asistiendo a Cornell, Dany jugando a football para Columbia, Jacson haciendo lo que se supone que vaya a hacer... Ya todo estaba planeado.

25 días para recordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora