Los pensamientos confusos
―Y fue ahí cuando te besó ―dijo Richard riendo desde el sillón en la esquina―. Cuando bajaron de la rueda de la fortuna, aprovechando que estaba asustada y eso...
―Claro que no, tonto ―intervino Debbie dejándose caer en mi cama con una sonrisa emocionada―. La beso en la cena. Luces suaves, frente al mar... Qué romántico...
―¡Dios! ―me quejé― ¿Quieren por favor dejar que termine de contar la historia?
Desde que los llamé esta mañana, ambos estaban tirados en mi habitación interrumpiéndome para adivinar en qué momento fue que Brice me besó. De verdad, después de veinte minutos, ya estaban comenzando a causarme dolor de cabeza.
―Fuimos a muchas atracciones...
―¿Qué tipo de... ―empezó a preguntar Debbie, pero se silenció al ver mi mirada de enfado
―Bien, como decía, fuimos a muchas atracciones. Comimos algodón de azúcar, palomitas, refresco, dulces. Fuimos a los juegos de video y en general nos divertimos mucho. Después fuimos por una pizza a ese lindo restaurante frente al mar y también la pasamos muy bien. En el camino a casa hablamos mucho, sobre nuestros gustos y esas cosas, y cuando nos estábamos despidiendo...
―Te besó ―declaró Debbie
Sonreí un poco tontamente.
―Sí, me beso.
―¿Cómo fue? ―Richard me dio una mirada divertida.
―¿Cómo fue qué?
―El beso, tonta, ¿cómo fue?
Me mordí el labio y mis mejillas se calentaron al pensar en eso.
―Fue un GRAN beso ―susurré
Debbie soltó una risita.
―¿Así que nada inocente como el primero?
Rodé los ojos y me reí.
―¿Cómo que el primero? ―preguntó Richard
―Brice fue el chico que le dio su primer beso a Rachel
―¿De verdad?, yo juraba que no lo habías tenido por estar esperando a Daniel
Le lancé una almohada que por desgracia él logró atrapar.
―Eso fue cruel hasta para ti, Richard ―murmuré de mala gana
Él se rio y me lanzó el cojín de vuelta con suavidad. Lo atrapé y lo abracé con fuerza.
―Lo sé ―sonrió―, lo siento. Tenía que decirlo... ¿A qué edad fue ese beso por cierto?
―Tenía nueve y estaba en el parque ―contestó Deb por mí―. Dan empujó a Brice a un charco luego de eso.
―Oh ―asintió Richard―, así que entonces ya era un grano en el culo
―¡Richard! ―me quejé― No lo llames así.
―Ah, por favor, Rach ―bufó―. Si sabes que es cierto. Te tiene la correa cortita.
Le di una mirada de odio, pero no respondí. No tenía idea de qué podía decir a algo como eso. Y es que, ciertamente, por ahí iba la razón por la que los había llamado. Estaba realmente muy confundida porque, aunque el beso de Brice me había gustado muchísimo, una parte ―estúpida― de mí se sentía que estaba traicionando a Dan. Lo cual era absolutamente absurdo ya que de todas formas no éramos nada...
Me sentía muy idiota.
―¿Y cuándo se verán de nuevo? ―dijo Debbie con una sonrisa fanfarrona mientras me daba golpecitos en la pierna con su rodilla.
Suspiré.
―Ese es justo uno de los grandes problemas en esto. Se va de viaje con su familia en unas horas y no lo veré hasta el final del verano
―Uh ―ella ladeó los labios―, eso es malo...
La suave risa de Richard la interrumpió.
Al parecer, para él esto era gracioso... Bueno, yo no lo captaba.
―¿Por qué te ríes ahora?
Él negó con la cabeza.
―¿No lo ven? ―dijo mirándome con diversión― El chico es muy astuto. Seguro que cuando aceptó lo de las clases ya sabía que se iría de viaje al día siguiente. Así que luego va, te sale con eso de no podré estar aquí todo el verano y te invita a una cita. Y después te besa... Fue una especie de: "Te dejo esto para que no te olvides de mí mientras no estoy"
Fruncí el ceño. No estaba segura de que tanto sentido tenía eso.
―¿Y por qué haría algo como eso? Es decir, no es como si fuera a olvidar quien es mientras está de vacaciones.
Richard sonrió de forma lobuna.
―Cuatro palabras ―dijo levantando casi todos los dedos de su mano derecha―: Estúpido. Mariscal. De. Campo. Brice, así como yo, debe pensar que Daniel está por intentar algo contigo y quiere jugarse todas sus cartas mientras todavía puede... Es bastante listo
Bufé y dejé caer mi cabeza hacia atrás, recostándola del respaldo de la cama.
―Bien, Richard, digamos que tienes razón ―dije aunque en realidad dudaba de que cualquiera aparte de él pensara que Dan gustaba de mí―. ¿Por qué demonios tienes que insultar a Dan cada tres palabras?
Él se encogió de hombros.
―Lo siento, Rach, pero los niños pijos como él y los chicos geniales como yo somos enemigos naturales. No hay nada que podamos hacer ahí.
Rodé los ojos y bufé dándome por vencida. No iba a entrar en esta discusión otra vez. Ya la habíamos tenido antes y era una pérdida de tiempo.
―¿Saben qué?, dejemos este tema y mejor díganme qué debo hacer
Debbie frunció el ceño.
―No hay mucho que puedas hacer ―contestó jugueteando con una de sus pulseras―, de todas formas Brice no estará en la ciudad por un rato
―No sobre eso, sobre Dan. ¿Debería decirle?
Ambos me miraron sin expresión.
―No creo que sea buena idea ―respondió Deb negando con la cabeza―. Sólo vas a ganarte unas cuantas discusiones
―Mira, Rachel ―el castaño me miró con seriedad―, si supiera que se lo vas a contar como se le dicen estas cosas a un amigo, ya sabes, como me lo contaste a mí, te dijera que sí. En ese caso, no hay problema en que lo hagas. Pero todos en esta habitación, en esta casa, en este vecindario y hasta en esta ciudad sabemos que se lo dirás como si le debieras explicaciones o le estuvieras dando disculpas. Y aunque sea cruel decirlo, no puedes hacer eso porque ustedes no son nada.
Lo miré y me abracé a mi misma.
No iba a negarlo, sus palabras me habían dolido un poco. Pero era la verdad. Esta era la razón por la que los había traído a ambos. Sabía que me dirían lo que tenía que escuchar aunque no me gustara y, si quería mantener más o menos estable mi dignidad, tenía que aceptarlo.
―Supongo que tienes razón... ―suspiré.
Después de todo, Dan y yo no éramos nada...
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25 días para recordar
أدب المراهقينMiré hacia al mar frente a nosotros, sintiendo como una sonrisa se extendía por mi rostro. En este lugar, y con Dan aquí, este momento se sentía bien. De hecho, se sentía increíble. ―Dan ―dije girando mi rostro en dirección a él. Me di cuenta de que...