Tocan mi puerta de forma desesperada y con fuerza, lo peor es que Jackson y yo nos apartamos al mismo tiempo por el susto. Siento que mis labios pican por no haber podido lograr lo que quería ¿Saben desde cuando no beso? Me siento como si nunca lo he hecho agregando que los labios carnosos de Jackson, no ayudan. Me levanto frustrada sin dejar de escuchar como llaman a la puerta.
– ¡Pero ya va! ¡Calma! –digo abriendo la puerta, son las cinco de la tarde ¿Qué coño quieren? Pero me sorprendo al ver a mi vecina de al frente, con una mano en su abultado vientre y una cara de dolor.
–Rompí fuente, por favor Vane, ayúdame. Estoy sola –y sí que está sola, la embarazo un chico y luego la dejo sola. Es tan solitaria como yo a diferencia que ahora tendrá a su bebé. Me apresuro a tomarla del brazo y siento la presencia de Jackson detrás de mí.
–Vamos en mi auto al hospital –entro para tomar mi bolso entregándole las llaves de mi casa y de mi auto a Jackson –Cierra la puerta mientras la ayudo a bajar las escaleras.
–Está bien... –salgo y la conduzco lentamente por las escaleras, gracias a Dios estamos en el segundo piso y no en otro mucho más alto. Como me lo preveía, Jack pasa a nuestro lado corriendo mientras llega primero que nosotras a mi carro y abriendo la puerta, entre los dos la subimos a la vez que vuelve a gritar de dolor. Otra contracción.
–No estás sola Mariela. Tranquila–ella respira profundamente y me extiende el celular.
–En la agenda está el teléfono de mamá, llámala por mí por favor –asiento y cierro la puerta. Me giro para mirar a Jackson quien lleva su moto al estacionamiento y automáticamente, me enseña las llaves de mi auto que están en sus manos.
–Te voy a acompañar –asiento ante su propuesta, me extiende las llaves y niego con la cabeza.
–Maneja tú –no espero repuesta, así que me monto en el asiento del copiloto mientras veo como parpadea varias veces, pero a la final rodea el auto y se monta. Luego ambos nos tapamos los oídos ante los gritos de Mariela.
– ¡Joder! ¡Duele como el demonio! No tengas hijos nunca Vanessa.
–Me has arruinado mi sueño de tener bebés –digo haciéndola reír un poco, Jackson va concentrado y yo aprovecho a llamar a la mamá de Mariela avisándole que íbamos en camino al hospital por los dolores de parto de su hija. Llegamos y rápidamente la bajamos. Otra contracción la hace arquearse antes de llegar a la secretaria.
–Mujer me vas a quitar el brazo –le dice Jackson aguantando el agarre de las uñas de la rubia.
– ¡No sabes lo que yo siento maldito! ¡Eres un puto hombre que no sirve! –él aguanta la risa, lo sé por como realiza una mueca con su boca. Me acerco a la secretaria, e inmediatamente, se mueven para internar a Mariela a la sala de partos, porque ella lo dijo muy claramente, o lo gritó:
– "¡Quiero un maldito parto natural, así tenga que invocar al diablo por el dolor. Idiotas!"
Su madre llega y se interna con ella mientras yo me quedo afuera con Jackson esperando a que todo salga bien.
–Si no sale afónica de aquí, entonces la admiro –lo dice por los gritos que estamos escuchando desde la sala de partos.
–Gracias por ayudarme –le digo, llevo mi mano a la suya y roso mis dedos con los suyos, el me observa y me sonríe recostándose de la pared.
–Por ti, todo –toma mi mano y me deja un suave beso. Sí, nos interrumpieron un buen momento, pero aun así, no le quita el encanto que se siente cuando estamos cerca – ¿En serio saldrás mañana con Sebastián?
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Contra Corriente
RomansaVanessa González, una latina con carácter, busca su independencia como periodista en la ciudad de Buenos Aires; siendo segura de sí misma, sin compromisos y una mente idealista, está preparada para su nueva vida. Sin embargo, existen imprevistos en...