Capítulo 3

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(Vanessa)

Una vez ya dentro en mi departamento, soy consciente de lo pequeño que es, pero para mí sola se siente muy grande y vacío aún si Tania y Francesca pasen bastante tiempo conmigo. Por esa razón iba mucho a casa de mi tío, para no sentirme tan sola, pero los últimos dos meses realmente he madurado un poco y puedo mantenerme más de una semana sin compañía.

Dejo mi bolso en la mesa y voy hasta la nevera para servirme un vaso de agua. Estoy bastante sedienta y más por las largas entrevistas que tuve que hacer, me gustaba mi trabajo y ser asignada para cubrir este evento me daba mucha ventaja y me abriría puertas en el futuro.

Pero el grupo que más estuvo inquieto fue JESA, son chicos realmente hiperactivos, o bueno, el que se hacía llamar Jackson era mucho más extrovertido que los otros, mil veces más. Me agradaba pero parecía un niño al que le gustaba llamar la atención, aun así era agradable y divertido, si obviamos su niñez y claro, no pasaba por alto el hecho de que era asiático. Joder, un asiático en Argentina casi no se veía y yo juraba que ellos eran tranquilos, pero él era todo lo contrario a lo que creía conocer de los ellos y no me atrevía a decir que era chino porque también están los coreanos y los japoneses, así que no podría clasificarlo así nada más.

Y se notaba en su español la pronunciación de la "R" bastante marcada.

Los cuatro resultaron muy atractivos, incluyendo a Jackson, pero había un rubio llamado Sebastián que era muy llamativo y me había costado mantener la mirada en sus ojos azules. Pero el caso es que la relación que tenga con ellos y con los demás grupos iba a ser meramente profesional.

Camino el corto espacio hasta mi pequeña habitación y tomo la laptop, era hora de hablar con mi familia, extrañaba mi país y sabía que Venezuela no estaba pasado por buenos momentos ahora, pero aun así extrañaba mi tierra, ya tenía un año desde que me había mudado a Buenos Aires tras haberme graduado en Comunicación social y así ser Periodista luego después de haber recibido y aceptado la propuesta de trabajo de mi tío de entrevistar para la revista de su periódico. Y sólo había podido visitar a mi familia en dos ocasiones. Pero ellos a mí, nunca, porque se les hacía muy difícil y claramente los entendía.

Aunque al principio pase al menos cinco meses viviendo en casa de mi tío, finalmente pude independizarme alquilando un diminuto apartamento de una habitación, un baño, una sala y una cocina y todo en proporciones mínimas. Pero yo vivía totalmente sola y hacía espacio a mis amigas en el mueble cada vez que venían.

Al menos, una vez por semana, específicamente los lunes, que sabía que mis hermanos estaban en la casa de mis padres, hablaba con ellos por Skype. Y la razón de que los lunes ellos estuviesen allá es porque Carlos iba a tomar café y Andrés no hacía nada con su vida ese día.

La cuenta de mi mamá estaba conectada y empecé la llamada acomodando la cámara de mi laptop y arreglando un poco mi cabello sentada en la silla frente al mesón de mi pequeña cocina. Por fin mi mamá atendió y arrugando sus estrechos ojos marrones rodeados de lentes se acercó a la cámara de manera exagerada.

– ¿Será que ya me puedes ver? –me dice alejándose un poco y yo me rió.

–Si mamá, ya te veo.

– ¿QUÉ? ¿ME ESCUCHAS? –grita arrugando la frente, yo rio aún más, siempre es lo mismo.

–No es necesario que grites mamá, si te escucho y te veo perfectamente ¿Tú me ves y me escuchas bien? –digo hablando un poquito más fuerte para que ella me escuche bien.

–Si cariño, Dios te bendiga –se inclina en el asiento y me da una sonrisa–. ¿Cómo estás?

– ¿Yo muy bien y ustedes?

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