Capítulo 2

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Ahora he comenzado a pensar que mamá lleva razón, que debo asegurarme un futuro, que la guitarra sólo me ha apartado de la sociedad, de la vida real... así que he pasado mis últimos meses con ella y ahora estoy a punto de comenzar mi primer año de universidad y a punto de iniciar una nueva vida, una vida como la de los demás.

Me choca haber visto la expresión de entusiasmo en la cara de mamá al verme marcharme con la guitarra. Voy a la tienda de segunda mano para venderla. Sabe de sobra que hacer esto me entristece mucho, pero que lo hago por mí y por nosotros. Nuestras vidas han cambiado mucho en los últimos meses: el restaurante de papá va a pique y mamá ha sido despedida del trabajo por estar embarazada. Sí, aún en el siglo veintiuno pasan estas cosas y, sí, voy a ser casi veinte años mayor que mi hermano.

Ahora, además, tengo que pagar mi matrícula de la universidad. Por suerte, me han admitido en la Universidad de Pittsburgh para estudiar Español y no me tengo que marchar de casa, aunque tenga que hacer un recorrido de más o menos media hora en coche cada día. Por supuesto, esto ha hecho que me tenga que sacar el permiso de conducir este último verano, y papá me dejará su trozo de metal rojo con ruedas. Será un poco bochornoso, pero es el método más económico. No sé qué impresión daré en una universidad de tal reputación cuando me vean aparecer con un Alfa no sé qué de los años ochenta o noventa. Ni siquiera sé si esa marca se sigue vendiendo en Estados Unidos.

—¿A dónde vas? —me grita mamá desde la ventana que da al porche de casa.

—¡Como si no lo supieras! —digo en un tono irónico. No espero ninguna respuesta más que tenga que ver con lo que voy a hacer. Por si acaso quiere decirme algo más, aminoro el paso para que le dé tiempo.

—¿Te apetece venir luego de compras? —me dice justo antes de salir de nuestro jardín delantero —necesito ropa de premamá.

Me paro y me giro para mirarla.

—¿Con qué dinero? ¿No te puedes poner la de cuando estabas embarazada de mí?

—La doné, pensé que nunca la volvería a necesitar.

—Está bien. Tardaré media hora.

Entonces me vuelvo a girar, retomo mi camino y me sumerjo de nuevo en mis pensamientos.

Está claro que a la Señora Caroline, alias Miss Hippie, le ha afectado el embarazo al sentido común. En época de crisis, la suma de una matrícula universitaria, un bebé, un despido y un negocio en declive, da necesidad de máximo ahorro. No sé qué significará para ella el concepto "ahorrar".

No tengo que andar mucho más de diez minutos cuando me encuentro frente a frente con la tienda de segunda mano. "Compra-Venta", anuncia su cartel. Quizá el negocio no les vaya muy bien a los propietarios de esta tienda, salta a la vista que necesita una reforma en general: el cochambroso bordillo del escaparate está lleno de restos de pared desconchada color verde oliva, los cristales del escaparate y de la puerta tienen numerosas ralladuras y hasta el letrero parece tener como unos cincuenta años.

Al abrir la puerta, una tienda bastante amplia y muy bien organizada se abre ante mis ojos, aunque indica la misma necesidad de reforma que la fachada. Puedo ver algunas personas merodear de aquí para allá. Me centro en buscar el mostrador y un dependiente que tenga pinta de ser amable.

Tras la vitrina de la caja, una mujer de unos cincuenta años me dirige un agradable saludo.

—Hola hija, ¿en qué puedo ayudarte?

De repente, me siento muy nerviosa.

—Ummm... bueno, quiero vender una guitarra... —me cuesta mucho decirlo.

Acordes de amor y despedidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora