Capítulo 6

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Se apoya en el capó de mi coche, a mi lado.

—Pues a mí no me parece que estés demasiado bien.

No digo nada.

—Mira, no te conozco, pero te he visto aquí sola llorando... —me tapo aún más la cara —Sé que estás llorando.

—Alison —me dice divertido al ver mi reacción.

Yo simplemente sigo avergonzada, sin saber qué hacer ni decir. Así que él vuelve a intervenir.

—No te estoy pidiendo que me cuentes lo que te ocurre, pero como tu compañero oficial de prácticas me siento en la obligación de preocuparme.

—Lo que acaba de decir me parece una gran bobada, pero consigue hacerme reír.

—Gracias —le digo al fin.

—En serio, si necesitas contar algo... o desahogarte, yo no tengo prisa. Bueno en realidad tengo un poco de hambre pero puedo quedarme aquí contigo, no me importa.

Levanto la mirada, le miro a los ojos y le sonrío en señal de agradecimiento. Me seco una última lágrima con los dedos.

—No es nada —le prometo—. Es sólo que mi abuela está hospitalizada y estoy preocupada —entonces recuerdo que tengo que ir al hospital lo más rápido posible—. Oye, muchas gracias pero me tengo que ir.

—¿Quieres que te lleve a alguna parte?

—Estamos sentados sobre mi coche —le digo como dato de información.

—Nos levantamos del capó y nos ponemos uno frente al otro.

—Muchas gracias por preocuparte —le digo una última vez.

—Nos vemos en clase —se despide Eliot.

Entonces me subo a mi coche y pongo rumbo hacia el hospital.

Una vez allí, llamo a mamá para ver en qué habitación está la abuela.

—¡Alison!

—Ya he llegado. ¿Dónde tengo que ir?

—Subimos juntas. Estoy en la entrada del hospital.

Cuelgo. Ya la visualizo y acelero el paso.

—¿Por qué no estás con la abuela? —le suelto casi como un reproche.

—¡Tranquila! He salido a tomar el aire. Me he mareado un poco —se defiende.

—¿Estás bien?

—Sí, sí. Ha sido por el embarazo.

Nos adentramos en el hospital y subimos tres plantas. Mamá me dirige por un laberinto de pasillos olorosos a sufrimiento. Esquivamos pacientes, médicos, enfermeros, camillas, visitantes... hasta que reconozco a papá al final de un pasillo entre otro montón de gente. Nos paramos frente a él.

—No nos dejan pasar más.

—¿Por qué? —casi grito.

—La van a operar de urgencia —balbucea papá—. Cariño, siéntate —aconseja a mamá.

Cojo el brazo de mamá y la ayudo a sentarse.

—Una de las enfermeras me ha dicho que estemos preparados para todo. La abuela es mayor y muy débil, y aunque una operación de cadera por lo general no es tan grave, en el caso de la abuela puede costarle la vida.

Me siento junto a mamá y me lamento de no haber ido a visitar a la abuela tan a menudo este verano. He estado demasiado ocupada pasando mis últimos momentos con un objeto inanimado en vez de con una persona que en cualquier momento puede perder la vida...

Acordes de amor y despedidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora