Capítulo 8

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Me siento como una princesa que tiene que ir en busca de su príncipe. Siento algo tan especial... no dejo de pensar en él. Es algo que nunca me ha pasado ¿Será sólo obsesión por su atracción física? Tengo algo dentro de mí, algo que me da unas inmensas ganas de gritar de felicidad.

Por momentos desearía tener mi guitarra aún conmigo, y escribir sobre estos sentimientos. Pero inmediatamente pienso que si la tuviera para escribir sobre ello, me encerraría de nuevo durante horas y no tendría tiempo para los demás, ni siquiera para mí misma. Solo tiempo para ella. Tal y como antes ocurría.

No me separo del móvil. Puede llamar en cualquier momento. Mamá se ríe de mí, pero sé que está muy contenta. Por fin está viendo lo que siempre ha querido. No ha insistido mucho en que le contara la cita de ayer, por suerte. Simplemente le he dicho que fue bien, me divertí y me habló un poco de él. A papá ni le he mencionado el tema. Sé que él preferiría verme con la guitarra que con un chico.

Hoy me siento tan diferente a siempre... noto cómo mi corazón va más deprisa, cómo mis facciones se tornan en una sonrisa que se esfuerza por no ser demasiado delatadora. También me siento un poco tonta. ¿Es así cómo se sienten todas las personas cuando piensan en alguien? Quizá estoy pensando demasiado rápido. ¿Debería tardar varias citas más en sentir esto? ¿Es hora de decir que me gusta? No estoy diciendo que esté enamorada, es imposible. Nunca lo he estado, pero he visto películas y enamorarse lleva su tiempo. Tampoco estoy diciendo que yo me vaya a enamorar de Eliot pero, si me enamoro, ¿cómo lo sabré?

El sonido de mi móvil me sobresalta de repente. Vibra en mi mano y del susto se me escurre y cae sobre mi regazo. Lo vuelvo a coger muy rápidamente y contesto sin siquiera mirar quién es.

—¿Sí? —contesto muy nerviosa, con voz temblorosa.

—¡Hola! —suena la voz de Kat al otro lado.

Un bajón invade mi cuerpo.

—Dime

—¿Qué haces? —me dice.

—Nada. Estoy aquí en casa... aburrida. ¿Y tú?

Veo cómo mamá pasa por la puerta de mi cuarto y se me queda mirando.

—Algo harás, ¿no?

—La verdad es que no. Estoy tumbada en la cama.

—¿En qué piensas? —pregunta curiosa Kat.

—En nada interesante.

—Cuando una persona dice "nada interesante" es algo muuuuy interesante.

—Te prometo que no —exclamo mientras río—. ¿Qué querías?

—Sólo estaba aburrida.

—¿También? —pregunto divertida.

—Sí —dice al tiempo que suelta un suspiro.

De repente me acuerdo de Eliot y de que me tiene que llamar. Y puede que me esté llamando ahora. El corazón se me vuelve a acelerar.

—¿Dónde estás? —digo en un intento por acelerar la conversación y acabarla pronto.

—En mi piso. ¿Te apetece quedar hoy?

Ups...

—Mmm... es que... la verdad es que estoy esperando una llamada y...

—¿De quién? No me habías dicho que tienes novio.

—¡Qué no lo tengo! —balbuceo atontada. En cierta manera, me gusta la forma que tiene Kat de sacar conclusiones de la nada.

Acordes de amor y despedidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora