De vuelta a casa la luz del Sol empieza a esconderse. Creo recordar que en las noticias anunciaron tormentas de verano para los próximos días. Si empieza a llover ahora, no me apetece salir de nuevo de casa. Me gusta la lluvia, pero cuando la veo a través de la ventana. No me gusta mojarme y mucho menos sentir la ropa húmeda contra mi piel. Me produce cierto desagrado.
Nada más entrar en casa, mamá ya está esperándome con bolso en una mano y paraguas en la otra.
—Hija, no pongas esa cara.
Sonrío un poco, pero intento que se apiade de mí.
—Sabes que no me gusta la lluvia —mamá no dice nada al respecto, está centrada buscando su móvil. Cambio de tema —. En la tienda que he estado había ropa de premamá.
Mamá entonces se ríe irónicamente.
—No pienso comprarme ropa usada.
—La he estado mirando, no parecía estar tan usada. Tampoco parecía muy "horrorosa", ¿sabes? Quiero decir que era moderna, por decirlo de algún modo.
—Bueno cariño, iremos allí entonces si no encuentro algo que me guste en el centro comercial.
—En fin, siempre puedes revenderla tú cuando ya no te haga falta —digo tras unos segundos de reflexión.
—Exacto —y con esto, mi embarazadísima madre pone fin a esta conversación.
Los precios de las prendas para las embarazadas en el centro comercial me escandalizan. Voy tras mamá haciendo como que busco algo de mi agrado para ella.
—¿Qué día empiezas las clases?
—Creo que el veintinueve.
—¿No hará demasiado calor?
—Bueno, hoy en día todos los edificios tienen aire acondicionado, calefacción y todo eso que en tus tiempos no había.
—Ya. Necesitarás material supongo.
—Oh, sí. Bueno, en realidad pensaba comprarme algunas libretas y folios con algo que tengo ahorrado.
—Anda, iremos ahora después. Pago yo.
—No me voy a oponer a eso —bromeo con ella.
Se ríe y me da un pequeño empujón.
—¿Por qué hay ropa tan sofisticada para las embarazadas? La gente cuando ve a una se fija en su barriga, no en su ropa.
—Pero también nos gusta vestir bien durante el embarazo —exclama mamá entre risas—. Aunque a veces he visto a algunas que... —esta conversación me hace pensar que a veces es agradable pasar ratos así con mamá. Pero ella vuelve al tema de la universidad— ¿Estás nerviosa por las clases?
—La verdad es que no. Será como el instituto.
—¿Te refieres a que irás completamente "a tu bola"?
—No sé mamá... —abre la boca para hablar pero antes de que le dé tiempo, sigo con mis palabras—. Esta vez me gustaría conocer gente.
—¡Y a mí me gustaría que me hablaras de chicos!
—Si me gustara algún chico, no tendría muy claro hablarte de él.
—Yo confío en que sí.
—Y eso es debido a... —la miro esperando que termine mi frase.
—A que ya no escribirás canciones hablando de todo lo que te rodea en vez de contármelo a mí.
No digo nada. Sencillamente, no sé qué responder a eso.
—Hija —se para frente a mí y me coge de las manos—, llevo mucho tiempo esperando que des este paso.
—¿Te alegra que haya renunciado a algo que me gusta?
—No —exclama en un tono de verdadera compasión—. No me alegra para nada que hayas renunciado a algo que te hacía feliz. Lo que me alegra es que hayas tomado una decisión madura. Mira, Alison, lo has intentado durante mucho tiempo y con muchas ganas, y si no lo has conseguido, es porque no es realmente lo que el destino tiene guardado para ti y para tu felicidad futura.
La escucho atentamente mientras noto cómo la garganta me empieza a picar y los ojos se me humedecen. Entonces, agacho la mirada para evitar encontrarme con la suya. Ella me suelta una de las manos y apoya su palma en mi mejilla mientras me seca una lágrima con el pulgar.
—Lo sé, mamá —intento por todos los medios aguantar el llanto y mi voz se nota quebradiza.
—Verás cómo a partir de ahora todo va a ir mejor incluso que antes —me intenta tranquilizar, lo cual es algo que a mamá siempre se le ha dado bien a la hora de consolar.
La miro, le sonrío y no hablamos nada más al respecto. Continuamos nuestra tarde de compras, que me resulta bastante agradable y me anima mucho.
Pero ninguna tarde agradable consigue olvidarme de mi pasión. Es como cuando un deportista se lesiona y no puede volver a jugar, como cuando una madre deseosa de dar a luz una nueva vida descubre que no puede, como cuando a un niño le arrebatan su más preciado juguete, como cuando tu alma gemela te dice que no te ama... como se sentiría cualquiera de estas personas, igual me siento yo: vacía.
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Acordes de amor y despedidas
Teen FictionAlison lleva desde la adolescencia persiguiendo un sueño; un sueño que parece convertirse en imposible y decide abandonar, haciéndole esconder su pasado a sus nuevos amigos excepto a Drew, un chico que comparte su misma pasión y que intenta convence...