Chapter 12

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[Narra Allen]

~Enferma (parte 1)~

Es martes en la mañana, estoy en la facultad dando clase de matemáticas finitas (una versión de las matemáticas más sencilla que el cálculo), ya que los detectives no podemos dejar completamente de lado las matemáticas. La profesora Agnes Clifford nos está explicando acerca de las fracciones homogéneas y heterogéneas y cómo diferenciarlas. Algo tan básico que basta ser un crío de sexto grado para poder explicarlo con todo lujo de detalles, pero las matemáticas finitas no se caracterizan necesariamente por ser demasiado complejas.

Entonces, como seguía narrando, estoy aquí en clase de MF con la aburridísima profesora Agnes C. He escrito en el borde de mi libreta desde hace unos minutos, algunos dibujos de niños corriendo. Siempre hay, entre ellos, un crío rubio de centellantes ojos verdes (o al menos así me lo imaginaba). Al percatarme de lo que dibujo, siento como si conociese a ese niño. He estado dibujando los mismos dibujos repetitivamente por alrededor de una semana. Es como si mi subconsciente funcionase por sí sólo e intentase decirme algo.

Seguro no es nada.

Al salir de clase de MF me dirijo a un Starbucks que queda cerca, ya que este periodo lo tengo libre y necesito un expresso con urgencia. El día está frío y la mañana promete conservar el pronóstico helado. Sólo llegando al local veo a una joven mujer con un niño, tomados de la mano. El pequeño de melena rubia y ojos verdes intentaba exhaustivamente seguirle el paso a su madre. Llevaba en su mano libre una figurilla de madera tallada con la forma de un caballo.

La madre sigue a paso veloz, sin percatarse cuando al niño se le cae la figurilla.

— Mami, mami, Espera un momento. — clama el niño con gesto preocupado.

— Ya Damien, basta. — le reprende sin mirar atrás.

Apresuro el paso y tomo la figurilla del suelo. Apresuro aún más el paso y consigo alcanzar a la peculiar pareja. Interrumpida la carrera de la madre, ésta me miraba con disgusto en el semblante.

— ¿Qué ocurre? — pregunta de inmediato la joven mujer.

— Disculpe, creo que se le ha caído algo al chico. — informo. Me agacho a la altura del niño y le brindo la figurilla extraviada.— Es tuyo, cierto?

—Gracias, señorita. —dice el crío con un brillo de asombro en los ojos.

El pequeño me abraza y me quedo confundida por un segundo, pero al instante le devuelvo el gesto. La mujer me agradece y se reanudan su carrera en cuestión de segundos. No sé exactamente por qué, pero de repente fue como si hubiese nacido algo dentro de mí. Algo tierno, natural y hermoso; un sentimiento innato por una única necesidad. Como si la octava maravilla del mundo se abriese paso dentro de mi ser, para dar cabida a una nueva perspectiva.

Por ese momento sentí deseos de ser madre.

{..}

Luego del jugueteo en la fila del desayuno, los besos y las cosquillas; nos vimos obligados a avanzar, ya que los estudiantes no estaban especialmente motivados a soportar más hambre de la que actualmente sentían. Avergonzados y con una risilla traviesa, seguimos avanzando hasta llegar a la barra, para así pedir unas deliciosas tostadas con jamón navideño (aún no tengo idea de por qué sirven jamón navideño, ya que aún faltaban cerca de tres semanas para la Navidad). Allan insistió en que comiera jamón, independientemente de mis extraños hábitos alimenticios, y como me callaba con un beso a cada protesta que le imponía, no me pude negar.

Cuentos de Hadas para CientíficosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora