Chapter 1

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Chapter 1

En la frontera entre Canadá y Estados Unidos que coloquialmente conocemos como las Cataratas del Niágara, se puede llegar hasta los veintiséis grados bajo cero en invierno. Hubo alguna vez, hace pocos años, en que la tasa de mortalidad en el lugar llegó a las 60 personas, ya que el frío dentro de las Cataratas era insoportable.

Lo leí mientras viajaba en tren, camino a Cambridge. Me dirigía allá para una entrevista, la cual aspira a un tercer año en Investigación Criminal. Será una entrevista bastante sencilla; notas, promedios, experiencia; unos detalles más triviales que otros (lo básico).

Y seguro te preguntarás, ¿por qué elige una carrera tan poco deseada por las chicas atractivas de veintiún años? Pues por más cliché que pueda sonar, fue un sueño que tuve desde pequeña. Siempre me han fascinado los misterios, y para cierta etapa de mi vida, llegaron algunos enigmas que resultaron perfectos para explotar mi capacidad analítica (o al menos, eso era lo que se quería lograr). Recuerdo que aprendí a codificar y decodificar con un libro que encontré la biblioteca cuando tenía diez. Su título decía Ciencias de la Investigación. Volumen 6, y aunque nunca encontré los demás volúmenes del uno al cinco (eso suponiendo que no habrían más de seis), degusté aquel libro con la misma fascinación que tiene el rostro de un niño al abrir su regalo de Navidad. Éxtasis Supremo. Por supuesto, un sólo volumen de la colección no iba a enseñarme todo acerca de los detectives, pero al menos me enseñó lo básico y por eso estaré eternamente agradecida.

Por otro lado, poseo la conocida inteligencia espacial (*existen 9 tipos de inteligencias, dos de las más comunes son la espacial, que refiere al uso de la vista y oído para memorizar y analizar de forma más eficiente; y la científica, que tiene que ver con el análisis matemático ante las situaciones complejas y sencillas. Ésta también es conocida como inteligencia matemática, uno de sus mejores representante fue Albert Einstein. Aunque también está la kinestésica, que tiene que ver con el aprendizaje teórico, y la activista, que abarca las obras sociales desinteresadas. Un ejemplo de esta última es la Madre Teresa de Calcuta, quien recibió el premio Nobel de la paz en 1979, afirmando que "la paz es una obligación") de modo que las gráficas e imágenes me son fáciles de procesar y memorizar. Aún guardo el recuerdo de mi prueba psicológica de la secundaria, que fue algo así como...

-- Dime, ¿Qué ves aquí?

-- Una mancha que tiene, cuando mucho, 126 posibles configuraciones visuales para ver 126 diferentes figuras, según las imágenes o sentimientos más recientes en mi memoria. Sin embargo, está mancha cuenta con 26 extensiones lineales a partir de su centro, lo que probablemente simbolice las 26 letras del alfabeto. Y debido a que existen gotas de esta pintura entre cada línea, seguramente cada una significa un código literal. De este modo, si las agrupamos considerando que son palabras, nos daría la frase "melas, non zucchero" que en italiano es "Manzanas, no azúcar", por lo que la mancha en sí puede significar manzanas sin azúcar. Aunque tal vez el autor de esta singular pieza era diabético y quería transmitir su pesar de no poder ingerir azúcar.

--...

--...

--...

-- ¿Es todo?

-- Sí, sí... puede retirarse.

Y desde ese momento, supe que las becas en Criminología no representarían problema alguno en mi vida. No era una prodigio, pero si una genio. Y eso es diferente (*para más información, leer "An Abundance of Katherines" de John Green).

Empecé a estudiar Criminología (también conocida como Investigación Criminal) hace dos años, pero como: a) Chloe (mi hermana) consiguió una beca en Cambridge, y b) mamá no quiere enviarla sola allá, además de que c) yo tampoco considero a Chloe apta para ir a la universidad sola por d) diversas razones; ahora debo intentar conseguir un tercer año de Criminología en aquella Universidad inglesa. El aire londinense de Cambridge, por más sofisticado y profesional que fuese, jamás sería comparado al cálido ambiente de Oxford (en el sentido de la compañía de mis amigos, pues Oxford es de todo menos cálido). En el momento en que fui a cancelar mi suscripción al tercer año de Criminología de la Universidad de Oxford sabía que jamás volvería a ese lugar. Di una última vuelta por los pasillos de la prestigiosa Universidad, recorriendo los últimos vestigios oxfornianos que apreciaría de ahora en más. Eché un último vistazo al pizarrón negro del salón de detención, en donde las horas son conocidas por pasar tan lento que a nadie sorprendería encontrar la octava maravilla del mundo dentro de esa aula ambientada al siglo XIX. El espacio que dejó aquella partida jamás sería fácil de llenar.

Cuentos de Hadas para CientíficosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora