Chapter 4

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Chapter 4

~Recuerdos del pasado de Allen (parte 3)~

Junto con Marlene, Allan y Stacey estoy en un café llamado Crepés & Waffles, decidimos salir a comer y charlar un rato para liberar la tensión que nos apresaba, producto de los exámenes finales tan cercanos a la fecha. Estamos terminando el semestre de nuestro primer año en la Universidad. Oh! Se me olvidaba decirte. Marlene estudia nutrición y Allan, arte. Stacey es una amiga de Allan que estudia Artes Escénicas, quiere ser actriz.

-- ¿Y cómo te va con la nutrición, Mar? -- le pregunto a Marlene.

-- ¡Uf! Este semestre ha venido intenso. Sobre todo la profesora Valencia. Nos está mandando charlas, está poniéndonos álbumes de 300 páginas. ¡La nutrición no es sólo teoría! -- se quejó frustrada, a lo que yo reí.

-- Nunca será fácil, Mar.

-- Sí, a veces se sufre un poco. -- comenta Stacey.

-- ¿Y cómo va el dibujo de la chica, Allan? -- pregunta Marlene.

-- ¿Cuál dibujo? -- pregunta Stacey.

-- Allan tiene que dibujar a una chica al óleo. Es su trabajo semestral. -- le expliqué.

-- Ah bueno, ahí... -- dijo sin ganas. -- ha caído difícil hacer que la chica se quede quieta, pero a la final salió bien, supongo.

-- La invitaste a salir, ¿no? -- dijo Marlene a lo que Allan bajó la cabeza sonrojado. -- ¡A mi no me engañas! ¡El casanova Allan ataca de nuevo!

Allan es del tipo de chico que es perfecto para cualquier ocasión. Es guapo, divertido, juguetón, pero serio cuando debe serlo. Además es toda una ternura cuando se lo propone. La chica que quede con él debe ser una chica muy afortunada. Allan es de esas pocas personas en el mundo que te pueden sacar una sonrisa cuando sólo quieren salir lágrimas.

-- Vale, sí. -- dijo mirando a la distancia. -- Pero no lo sé, tal vez no sea nada serio. Aunque la chica es muy carismática... puede que tal vez funcione.

-- Aw! Nuestro Allan es todo un Don Juan. -- dice Marlene intentando pellizcar sus mejillas, pero en vez de eso parece que se las quisiera arrancar.

-- Marlene, por favor! -- se queja intentando sacársela de encima.

-- Ya Marlene, deja al pobre Allan que debe estar guapo para su cita. -- le digo a mi revoltosa amiga.

-- ¡Ash! No se valen los cómplices.-- dice Marlene haciendo puchero.

-- Me debes una. -- le informo a Allan.

-- Si seguro que sí. -- dice sarcástico. -- Gracias, Allen.

{..}

No recuerdo mucho de lo que pasó anoche, o al menos no desde que Janeth Bishop terminó su discurso. Lo único que quedó en mi memoria es el cálido abrazo de Allan, su sutil olor a colonia mezclado con su olor corporal. Existe una ligera (casi imperceptible) diferencia en el olor de un perfume dependiendo de la piel en la que es aplicada. Independientemente de cómo lo utilices, ese hecho es irrefutable. Allan tenía ese olor característico, único en su existencia. Amo ese olor, creo qué podría vivir a base de su escencia.

Desde que caí inconsciente en brazos de Allan, en adelante, no recuerdo nada exacto. Tal vez nos llevaron a las habitaciones y nos dormimos. O tal vez nos secuestraron y ahora estamos atrapados en medio de la nada, sin nada que comer o beber. Solos en un punto muerto dónde, a su tiempo, los carroñeros roerán hasta nuestros huesos.

Cuentos de Hadas para CientíficosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora