[Y al fin vuelve a narrar, Allen] :D
Chapter 9
Unas semanas atrás, dos para ser precisos (antes de toda la locura del tornado y el Bridge) fui al médico porque me sentía mal. Bueno, mal en el sentido de que me sentía muy extraña, me dolía el abdomen bajo y tenía un retraso de dos meses en mi periodo. Primero pedí una cita con el médico general (y a todo esto, no le dije nada a nadie, más que a Marlene) el cual me dijo que era normal debido al estrés y todo eso. Así que regresé a casa algo más tranquila. Me recetaron aspirinas y pastillas para dormir.
Todo fue bien durante unos tres días hasta que, caminando por los pasillos de Oxford (ya que estaba haciendo los primeros trámites para el cambio de Universidad) tuve un dolor repentino en el abdomen bajo y a los segundos me desmayé. Alguien llamó al 911 y desperté en urgencias con el mismo atuendo que recuerdo, traía en el momento del desmayo.
Un médico me revisó y no vió indicio alguno que pueda explicar el motivo de mi desmayo. Me hizo varias preguntas, entre ellas estaba ¿sentiste algo antes del desmayo? A lo que yo respondí lo obvio, un dolor agudo en abdomen bajo. El doctor parecía preocupado y mandó a llamar a un pediatra, quien (al igual que el médico general) atribuyó los malestares al estrés.
Pues parece que no le convencieron y el doctor mandó a llamar a un ginecólogo, quien miraba preocupado mi expediente.
-- ¿Joven, usted tiene novio?
-- ... -- rodé los ojos mentalmente. -- ... no.
-- ¿Ha tenido amigos con derechos?
-- ... No.
-- ¿Borracheras que terminan en despertar en una cama con un desconocido? ¿O ha tenido sexo recientemente? ¿O...
-- Soy virgen. -- resalté, seguramente, sonrojada.
-- Oh... bueno.
Y después de esa incómoda conversación me mandó exámenes como ultrasonido, exámenes de sangre, cariotipo, resonancia magnética y otros más. Me salvé de tener seguro, porque de lo contrario me hubiese costado un ojo de la cara.
El doctor me dijo que llamaría cuando los resultados estén completos, para así darme el diagnóstico. Debo admitir que estoy algo preocupada, pero no se lo he contado a nadie. No quiero que nadie sufra por mí, además tenemos un problema mayor en estos momentos. No hay tiempo para cosas tan triviales como mi salud.
Después de hablar con Ed y tomar la ruta de escape del sótano, salgo al aire libre. Miro al rededor y veo algo que me deja desconcertada. Que yo recuerde, estábamos en Londres hace un día. Y a penas empezaban a arribar el invierno. Sin embargo me encuentro con un lugar muy distinto a Londres, con grandes colinas al rededor, pinos, abetos, y casi cinco pulgadas de nieve fresca bajo mis pies.
-- ¿Dónde estoy? -- digo sin aliento.
El ambiente está muy silencioso, el aire está demasiado frío y la nieve está congelándome. Por suerte, traje conmigo un par de guantes. Me cierro la chaqueta y meto mis manos en los bolsillos. Doy gracias por haber escogido jeans y no shorts, aunque hubiera preferido unas botas antes que estas Converse (el frío de la nieve se cuela por mis pies). Camino con dificultad por entre la nieve, deseando haber traído algo más abrigado.
De repente escucho a los árboles crujir y un viento helado me abofetea las mejillas. Escalofríos suben por mi espina dorsal y mi corazón late más rápido. Miro detrás de mí y contemplo horrorizada el enorme tornado frente a mí. Intento correr, pero la nieve es demasiado espesa y no me permite correr muy rápido. Las lágrimas se escapan de mis ojos y todo mi cuerpo y alma gritan.
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Cuentos de Hadas para Científicos
Ficção CientíficaAllen Allende es una detective en potencia, que por razones familiares ha tenido que hacer un viaje a Cambridge para intentar conseguir un tercer año en investigación criminal. Había empezando a estudiar en otra Universidad, pero su hermana Chloe ne...