Chapter 7

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Chapter 7

>>Narración: Allan.

Es posible que me haya pasado un poco de insensible con Allen. Sé que ella ama a su hermana intensamente y que está dispuesta a hacer lo que sea por protegerla y defenderla, pero cambiarse a Cambridge a mitad de su carrera, en vacaciones de medio año... ¡es una locura! Lo sé, eso sonó colosalmente egoísta, pero es que ella es muy importante para mi... para Marlene y yo. Si hubiese sido el caso de que Chloe estuviese en secundaria a pleno desarrollo interpersonal, o tal vez sufra de problemas serios con la adaptación, sería comprensible. Pero ¡Por Dios! ¡Es la Universidad! Chloe es ya suficientemente grande para hacerse cargo de sí misma.

-- ¿Será que no he sido suficiente para ella? -- digo frustrado.

-- Allan... no es culpa de ella, pero tampoco tuya. -- me dice Marlene con su mano en mi hombro. -- Esto es difícil para todos, pero es SU vida. Ella decide lo que hace con ella.

-- Lo sé. -- digo suspirando pesadamente. -- Sólo que hubiera querido que se quedara hasta la graduación. Allen es muy especial para mí.

Y en ese momento Marlene me miró expectante, impasible, fue casi terrorífico. Ese par de agujeros marrones me atraparon, envolvieron, y asfixiaron hasta dejarme sin aliento. Era como si me desmontasen capa por capa, buscando la verdad oculta tras mi máscara.

-- Ella... ¿te gusta?

Mi respiración se detiene de momento. Era el momento de actuar, de decidir. Ni siquiera yo mismo sabía qué era lo que sentía hacia Allen. Y es que ella es simplemente perfecta, hermosa y real. Es la persona más increíble que haya conocido en mi vida, pero creo que tengo miedo de no ser suficiente para ella. ¿Qué podría ser yo, un simple artista, frente a esta obra de arte? Real, veraz e indudablemente hermosa.

Aunque, aún recuerdo aquella primera vez...

~Recuerdos del pasado de Allan~

En la mañana del día en que conocí al prospecto más verosímil de lo que podría considerarse el amor del mi vida, vaciaba el contenido de mi estomago en el váter de mi baño. Vodka, mentas, y alguna que otra fruta o snack. Mi cabeza palpitaba y dolía como sí me hubiesen dado diez batazos en ella. La resaca me tenía vuelto un desastre amarillo.

La noche anterior había ido a una fiesta en casa de uno de esos Mr. Popular (a pesar de que yo no soy popular exactamente) y me pasé de copas. No suelo beber, pero hace tres días me había dejó mi novia y me sentía la peor escoria de la vida. Verónica (así se llama) era la chica más atractiva, sexy e infinitamente sensual que había conocido hasta le momento. Hace un par de meses le pedí para andar en clase de orientación, le pasé un papel con su perfil dibujado y una inscripción que decía ¿sabes si esa belleza quiere ser mi novia?. Ella me volteó a ver y sonrío. Y fue así como empezamos una linda relación de tres meses. Ella era rubia de tez bronceada, de ojos azules, una figura de atributos envidiables y unos sexys labios carnosos. Me sentía el chico más suertudo del mundo.

Claro, hasta que un día la gata decidió sacar las garras. Me pidió que la pintará al óleo sobre lienzo, tal y como Dios la trajo al mundo. Y aunque pienses que di lugar en mi mente a uno de los siete pecados capitales, déjame decirte que no fue así. Le dije que no debería ser tan perra y que sea un poco más pulcra. Ella se enojó y me cortó. Le supliqué que lo reconsiderase, pero ella ya estaba decidida.

Y así como fuí a aquella fiesta, tres días después, para ahogar mis penas en el vodka. Ahora, con este dolor de cabeza insoportable, deseaba seriamente no haber bebido tanto la noche anterior. Y más por el hecho de que debía ir al colegio en dos horas.

Cuentos de Hadas para CientíficosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora