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Todo aparenta estar bien, pero cuando menos te lo esperas, llega alguien a tu casa a decirte que estas demente, que no sabes lo que haces y que debes de abrir los ojos. Ver la realidad y la triste y dolorosa verdad. Pero ella se niega a creer, se obliga a pensar diferente, no quiere saber, absolutamente nada.





Ella salió llorando de su casa. No podía estar tranquila ahí, se sentía abrumada y presionada. El teléfono no dejaba de sonar. Todo era tan malditamente frustrante para ella. Caminaba por las frías calles, pensando a dónde ir, no le importaba en realidad, sólo quería alejarse y perderse para poder olvidar todos sus problemas. Nosotros aveces necesitamos algo de soledad, pero demasiada soledad te lleva a un vacío, muy diferente al que no hay miedo ni terror. Solo estás tú, y solamente tú. Y talvez nadie te pueda salvar.






Al pasar por aquellas calles a altas horas de la noche. El mismo chico de siempre estaba allí. La diferencia es que no estaba en la banca. Se encontraba recostado sobre una baranda mirando hacia la nada. No tenía expresión. Y como siempre, llevaba aquellas gafas. Lo que es aún más raro ya que es de noche.

Cala cthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora