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- Quieres...? - señaló su taza.

Se quería golpear recordando que él no podía ver la taza. Calum negó ya que era obvio que ella le estaba ofreciendo de su café, sus instintos le decían eso, las abilidades que obtuvo desde que quedo ciego se fueron generando a medida del tiempo.

- Um...Alana... - al escuchar su nombre pronunciado por él, una vez más, algo en su interior se iba haciendo visible.

- Cal?... - miraba todo lo que él hacía.

Sus manos en la mesa, su rostro hacia al frente, entonces se preguntaba como eran los ojos de Calum. Cómo eran...como se vería sin esas gafas que los cubren.

- ¿Qué ves? - ella fruncio el seño.

- ¿Q-Qué? - acaso él se había dado cuenta?

- Dime que ves, los colores, el lugar, las tazas, las mesas... - y cayó en cuenta.

Sentía tanta pena por Calum. Él quería ver de nuevo, y lo entendía perfectamente. A nadie le gustaría perder la vista por el resto de la vida, no creo que haya alguien en el mundo donde no quiera ver lo que tiene frente a sus ojos.

Alana agarró la mano de Calum, y él solo se quedó quieto, pero luego voltio el rostro hacia ella tratando de averiguar que hacía ella tomando su mano.

Entrelazó sus dedos con los de él y lo jaló un poco insinuándole que se levantara. En todo el lugar, ella ponía sus manos en las tazas, las cucharas, el horno (apagado obvio) los tenedores, los platos...la cocina entera.

Calum medio sonrió y eso hizo que Alana se sintiera satisfecha. Calum estaba feliz, y eso ahora era lo que importaba. Cuando sesupone que nadie puede entrar al área de la cocina más que los empleados del lugar, pero a Alana no le importaba eso en lo absoluto, ni siquiera lo pensó.

- ¿Què es esto? - ella miró lo que él hacía y sonrió.

- Mi cartera -

Él dejó sus manos ahí por un segundo y las sacó rápidamente. Empezó a tocar los tubos de la estantería y Alana se dio cuenta que su hora de marcharse había pasado.

- Rayos... - susurró y entró al cuarto de conserje y salió otra vez acordándose de que no puede dejar sólo a Calum.

- Quedate aquí, no te muevas, vuelvo rápido, me quito esto y nos vamos - y cerró la puerta.

Calum fruncio el seño y toco la cartera otra vez. Ya se iban y tal vez ella se le olvidaría traer sus cosas, y decidió ayudar.

Pasaron minutos y ya estaban ambos fuera del local, caminando hacia el parque.

- Maura no estará y quieres que no te acompañe? -

- Puedo cuidarme solo, estuve solo toda mi vida - ella rodó los ojos.

- Si, pero Maura no estará en su casa toda la semana, acabas de decirlo ' su hermana murió' - trató de imitar su voz y eso hizo reir a Calum.

Estaba riendo. Calum estaba riendo. Y Alana se quedó callada. No por que no fuera divertido, sino porque no quería perder ni un segundo en escuchar su risa.

- Estoy bien -

- No te dejaré solo Cal, y punto -

- ¿Qué harás al respecto? - sonó retador.

- De acuerdo, iré a tu casa y te haré un rico pastel, hace tiempo que no cocino y me vendría bien practicar -

- Prácticar? Lo siento, no, no quiero que mi cocina termine toda destrozada -

Alana carcajeó y pegó su hombro al cuerpo de Calum inconcientemente. El corazón de él se aceleraba. Estaban caminando con los brazos cruzados y pegados. Y no quería que se detuvieran. Si era posible, quería estar caminando así de cerca con ella para siempre.

- Tal vez puedas usar mi cocina...- dice en voz baja.

- Era mentira - apretó un poco su brazo en broma.

Calum se quedó callado pensando. Alana sólo bromeaba, pero si esa era la única manera en la que ella lo acompañaría a casa, pues tenía que convencerla para que se quedara con él.

- Muy tarde, ya prometiste hacerme un pastel, y de chocolate, no puedo no aceptar esa oferta -

Alana rió y él también. Pero en el fondo estaba nervioso, quería que ella aceptara, porque así él no estaría solo en casa.

- ¡No te prometí nada! Mentiroso -

Calum recostó su cabeza con la de ella y su mano libre la metió en el bolsillo de su chaqueta. Ahora caminaban juntos, pegados, recostándose del uno al otro.

- Vamos...quiero un pastel - hizo un puchero.

- Vale vale - se rindió.

- Tienes maza de pastel de chocolate en tu casa? Matequilla, huevos, aceite... - en listó las cosas.

- No, pero Maura me dejó sus llaves y creo que ella tiene todo eso -

- No voy a robarle la compra a una señora Calum -

- Le diré que fui yo, además se pondrá feliz porque yo nunca voy a su casa - trató de convencerla.

- Bueno...si tú lo dices...pero si te regañan, yo nunca fui parte de esto! - advirtió.

Cala cthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora