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Calum con el semblante serio. Algo molesto por lo que acababa de escuchar.


Se sentía patético por llegar a pensar que Alana no lo vería como un desabilitado. Si, es cierto que aveces necesita ayuda en unas cosas, aveces el quisiera tener sus malditos ojos de vuelta para poder mirar directamente a los ojos de la gente y ver qué especial tienen de ellos. Porque si decían que uno se enamora por como te miran ellos, estaban algo equivocados. Una persona ciega puede ser más fría y seca, pero él asegura que tiene sentimientos reales. No como esas personas lo caracterizaban. Esas personas sí que no tenían sentimientos...almenos no reales.


Abrió la puerta rápidamente con algo de dificultad, y antes de entrar con voz bastante gruesa y seria dijo grasias.





Ella al escuchar su tono de voz pudo definir que él claramente estaba molesto. Seguramente algo hizo o dijo ella que no debió.


- ¿ Estás...bien? - él asintió.


- Si, creo que es muy tarde deberías marcharte...- entonces ella lo interrumpió.


- Oh porfavor, perdoname, no fue mi intención herirte - rogó.


- No pasa nada Alana, solo vete - él sabía que ella no valía la pena.


- No me iré, no hasta que me digas que mañana pasarás por mi trabajo a tomar un café conmigo - ella quería remediarlo. No toleraba que las personas estuvieran tristes y que la razón de eso sea ella. Ella podía estar triste, pero no los demás. No lo toleraría. No con Calum.


- ...Bien... - susurró aún serio. Alana sonrió sabiendo que él no la podía ver. Lo cual era bueno porque así él no vería su sonrisa. No la vería y no la rompería.


Calum sabía perfectamente donde quedaba ese café. Solo que tendría que decirle a la señora de al lado que lo llevara, pues él nunca había ido allí. De vuelta no tendría problema, pues estaría con Alana cierto?


- Bueno, nos vemos mañana Calum - entonces sus mejillas se tornaron rojas y quería enterrarse dos metros bajo tierra.


- Oh dios, quise decir...n-os ...nos h-ablamos mañana, si si...eso quise decir - tartamudeó y esperó que el respondiera, pero él estaba muy ocupado pensando en cúan tierna se escuchaba ella cuando estaba nerviosa.


- Adiós - dijo sonriendo.


- Adiós... -


Y partió camino a su destino. Su casa.

Cala cthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora