Capítulo 7.

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My Secret.

—Mírame —dijo tomando mi rostro desde mis mejillas, con una expresión dulce—. Todo está bien, yo conozco a Codd, me imagino que te ha manipulado demasiado, así que no estoy enojado ¿Vale?

—Me obligó a tratarlos mal hoy en el campus, y la verdad es que lo hice porque no sabía qué hacer, sabes cómo es Codd y de seguro si no lo hacía se te aparecería a ti para manipularte y hacerte creer cosas que no son —limpié mis lágrimas—. Desde el día del brindis sé que está vivo y normalmente va a mi habitación a buscarme y esas cosas para decirme estupideces —suspiré—. No quiero que te alejes de mí o que yo termine alejándome de ti, quiero que olvidemos esto, quiero que estemos juntos por siempre, mi amor. Sin importar nada, no quiero que hablemos más de esto —bajé la cabeza.

—Mira, primero que nada, no voy a fatigarte con esto, así que esperaré a que estemos totalmente bien y luego haremos lo posible para quitarte a Codd de encima, ¿Vale? No quiero que siga detrás de ti —me abrazó con fuerza—. Te amo Gracie.

—Y yo a ti, Jules —recosté mi cabeza en su pecho.

Le estaba pidiendo demasiado a Jules con eso de que no tocáramos el tema, aunque se notaba que él estaba haciendo lo posible por parecer tranquilo, en su expresión era demasiado obvio que no sabía cómo asimilar que Codd estaba vivo. Él se fue a Winstonk en su auto, y yo me fui en el mío. Aparqué mi auto al lado del suyo en el estacionamiento y me bajé. Jules caminó hacia mí con una sonrisa dulce y yo lo abracé. Me gustaba tenerlo cerca, siquiera unos segundos.

Yo sabía que no estaba haciendo bien. En algún momento debería decirle que había tenido relaciones con Codd y que dentro de tres días me iría a Manhattan con él, y que ya no había forma de impedirlo, sin embargo, esa noche no quería que habláramos sobre Codd.

Nos besamos en el estacionamiento, nos besamos demasiado, nos besamos como si no hubiese personas saliendo o llegando a Winstonk. Me aferró a su camioneta y comenzó a deslizar sus deliciosos y suaves labios por mi cuello, y gemí.

—Estamos en el estacionamiento —susurré.

—Vamos a mi dormitorio.

Caminamos por el campus, tomados de la mano, mientras Jules besaba mi cuello y me decía al oído cuántos días había estado esperando ese momento y yo me reía. Subimos por el ascensor, solos. Y nos besamos con demasiada fuerza, demasiada pasión, demasiada lujuria. Faltaban algunos pisos para llegar al de él, y aferró su cuerpo contra el mío mientras me quitaba la blusa. No estaba consciente de que estábamos en el ascensor y que en el pasillo pudiese haber alguien. Solo me dejé llevar. Mientras besaba mis pechos aunque estuviese en sostén, sentí el bulto que se formaba en su pantalón golpear contra mis caderas mientras me besaba. La puerta del ascensor se abrió, y Jules empujó la puerta de vidrio y nos encontramos en el pasillo vacío. Me cargó, junté mis piernas en su cintura mientras él me despojaba del sostén. Empujé con mi mano la puerta de su habitación y me lanzó a su cama. Jules prendió las luces y sus ojos brillaban del deseo. Se despojó de su camisa y mordí mi labio al volver a observar su precioso abdomen y sus preciosos brazos.

Me senté para besarlo pero el volvió a empujarme y se acostó sobre mí, para morder mis pechos, mientras yo rasguñaba su espalda y arqueaba la mía. Se alejó de mí y se quitó los pantalones quedándose en bóxer enfrente de mí. Cerré mis ojos mientras me quitaba el leggin de cuero y luego bajaba mi braga.

Separó mis piernas y no esperó nada para darme sexo oral, y no era de pensarlo dos veces. Cuando Jules quería, podía hacerlo mejor que Codd. En realidad Jules hacía todo mejor que Codd. Jules era mejor que Codd. Y me fascinaba que me tratara así.

My secret {el final}.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora