My Secret.
Codd.
Estaba recostado sobre la cama de Grace, con música punk a todo volumen. Todos estaban en clases, así que podía divertirme un rato sin que alguien sospechara que un extraño estaba en la habitación de Grace Bledel.
Escuché un aventón de la puerta del dormitorio. Me exalté y apagué el reproductor de música. Me puse de pie y troté hacia la puerta, en donde se encontraba Grace en el piso frotándose la cabeza, con sus mejillas y ojos húmedos. Pensé varias veces en que se suponía que debía hacer, ¿abrazarla? ¿Siquiera preguntarle que tenía? Di un paso hacia delante para abrazarla, pero ella reaccionó de mala manera y me empujó.
—¡Ya no aguanto más! —espetó—. ¡Tienes que irte, en serio! ¡No puedo seguir haciendo esto! ¡No puedo seguir cubriéndote! ¡Tengo una vida aparte de la que me diste tú! ¡Tengo un novio y amigas! ¡Tengo cosas que hacer!
—En serio no te crees eso de que Dakota y Harry son tus amigos, ¿o sí? —fruncí el entrecejo.
—¡No hablo únicamente de ellos, Codd! —se puso de pie.
—Debes ayudarme de todos modos, no me interesa si te sientes mal —puse los ojos en blanco—. Tú trabajas para mí.
—¿¡Trabajar para ti!? —gritó desesperada—. Dime, ¿en qué maldición? ¡Zorretti ya no existe! ¡Borraron la página! ¡No debo acostarme contigo! ¡Ya no te pertenezco! —sus mejillas se enrojecieron de furia.
Una sensación de tener que golpearla crecía en mí. Mis pupilas se dilataron y recordé como me golpeaba mi padre cada vez que le gritaba, ella debía saber que eso era incorrecto, ella debía saber que nadie nunca le gritaba a un Bing.
Puse mis manos alrededor de su cuello y con demasiada fuerza la arrojé contra la pared mientras la ahorcaba y ella gritaba. Sin embargo, luego oímos unos chillidos y alguien que tocaba la puerta. Ambos nos callamos en ese preciso momento. Sus ojos se habían enrojecido solo un poco y yo mordí mi labio inferior para tragarme la ira que tenía dentro.
—¿Quién es? —canturreó ella, para parecer natural.
—¿Cómo qué quién carajos es? ¡Abre esa maldita puerta! —pareció la voz de Vanessa, y era a gritos.
—Estoy con Jules, Vanessa —espetó Grace, su voz estaba afónica.
—Jules jamás te haría gritar hasta quedarte afónica —le susurré al oído—. Pero adivina quién sí. Hmm, sí, yo —arqueé una ceja observando sus labios de cerca.
—¡Aléjate! —espetó entre susurros empujándome—. Escóndete, no lo sé, haz algo.
Ella caminó hacia la puerta, parecía nerviosa.
Miré a mi alrededor, ¿Dónde carajos podía esconderme sin que se diera cuenta? Conocía a Vanessa y sabía que apenas Grace abriese la puerta, registraría toda la habitación.
Solo tenía una opción
La ventana.
No, no podía escapar por allí, todos en el campus me verían.
Grace.
Llené mis pulmones de aire y abrí la puerta, sin ni siquiera percatarme si Codd ya se había escondido o no. Le sonreí a Vanessa, pero ella lucía eufórica, me empujó y entró a la habitación, observando debajo de la cama, en el clóset, en el baño y hasta en la ducha. ¿Dónde coños se había escondido Codd? Observé hacia la ventana y lo encontré, estaba caminando por el campus, con una sudadera negra y una gorra del mismo color.
Vanessa se paró enfrente de mí, analizándome.
—Mira —me mostró la pantalla de su teléfono.
Había un mensaje de Jules, donde le decía que no me había visto después de clases. Sentí un nudo en mi garganta y abrí la boca para decir algo, pero volví a cerrarla, no me indignaría tanto como para decirle que Codd Bing estaba vivo.
—¿Con quién estabas? —dijo un poco más calmada—. Si estás siéndole infiel a Jules, debes contármelo, para eso son las amigas ¿no?
—Es mejor que...te retires, Vanessa —abrí la puerta—. Si necesito hablar con alguien, no dudes en que te llamaré. Pero ahora sinceramente no quiero hablar con nadie, ¿vale?
—Vale —dijo y se retiró.
Peiné mi cabello hacia detrás y solté el aire que tenía contraído, mis ojos se llenaron de lágrimas y sentí que el mundo me caía encima. Tenía el peso de los problemas de Codd sobre mis hombros. Yo solo tenía diecisiete años. No podían pasarme cosas así.
Le puse seguro a la puerta y me metí bajo el edredón de la cama y me dormí. Si Codd se había escapado, que encontrara en donde ocultarse, estaba segura que a mi dormitorio, no volvería.
Jules.
Le di palmadas a Chaz en la espalda hasta que se calmó y sonrió aliviado. Su prima Cate ya había salido de la operación en buenas condiciones y todo estaría bien. Había visto a Chaz a punto de morirse de preocupación, pero ese día estaba aún más nervioso lo cual me había preocupado y decidí acompañarlo, a la final, para eso son los amigos.
—Ahora que todo está bien, cuéntame de cómo van las cosas con Grace —asintió Chaz.
—Siempre está supuestamente ocupada, tenemos semanas sin tener relaciones y hace solo unos días estuvimos a punto pero se puso a temblar y a llorar y no quise que fuese así pues, así que la dejé irse —suspiré—. Necesito que esté bien, quiero ayudarla a que lo esté pero cada vez que le pregunto cómo está, parece que lo único que consigo es hundirla, ¿Entiendes? —mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas—. Porque la amo, hermano. La amo tanto que no quiero que esté así, si algo malo en realidad le está ocurriendo, exijo saberlo, no solo porque soy su novio, su pareja, quien le hace el amor o algo, es porque en realidad la amo, la amo muchísimo y...muchísimo queda corto...para lo mucho que la amo.
—Hermano, mínimo tienes que ser directo y preguntarle, ir al grano de una, decirle que es demasiado obvio que tiene problemas y que tú exiges saberlo. Eres su novio, ¿no? Tú le cuentas todo a ella. Ella debe contarte todo a ti, es su deber, lo siento si suena machista, pero así debe ser —se encogió de hombros, yo lo fulminé.
—Chaz, yo no puedo aparecerme en el dormitorio de Grace y exigirle que me cuente lo que le está pasando. Yo debo estar tranquilo y esperar a que ella me busque, supongo que ese será el momento en que ella verdaderamente me necesite, y yo estaré ahí —dije, mi voz sonó entrecortada.
—¿Y mientras tanto qué? ¿Tu relación se va hacia la mierda? —alzó las cejas de forma brusca, parecía enojarle la forma en que Grace me trataba últimamente.
—Si tengo que terminarle porque esto me hace daño, lo haré. No hay problema. No me interesa si es conmigo o sin mí, Grace necesita estar bien, sentirse bien.
—¿Cómo puedes pensar así, Jules? En el momento en que ella aceptó ser tu novia, ella literalmente acepta que todo lo que le pase debe informártelo porque el hecho de que ella ande así contigo, te hace daño. ¿Es que no entiendes? No puedes permitirle que la forma en que ella te trata, te destroce de tal forma. Jamás te había visto tan deprimido por culpa de ella. Grace es una niña, todos sabemos eso, quizás hasta eres su primera pareja, y ella no puede simplemente venir y...
—Hey —exclamó Harry acercándose a nosotros—. Ya dejen de discutir, chicos. Adivinen la noticia que tengo —canturreó.
—¿Cuál? —fruncí el ceño, tratando de olvidar lo que Chaz había dicho.
—Conseguí unos culitos que ufffs —dijo Harry y rió apenas lo dijo—. Ustedes necesitan salir con más chicas, de veras que sí.
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My secret {el final}.
Roman pour Adolescents"Nunca creí ser el tipo de persona a la que le ocurre estos tipos de cosas. Tan solo si mi padre hubiese decidido no insultarme cuando pintaba, o regar mis pinturas, o botarlas...todo sería diferente, tal vez no hubiese elegido esto. Pero lo elegí...