Capítulo 14.

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My Secret.

Grace.

Luego de que habláramos, nos abrazamos y decidimos vernos en mi habitación durante la madrugada, compraron unos dulces y unos refrescos y salimos del cafetín. Personalmente estaba sorprendida por la decisión de Tara, porque era difícil saber que lo único que le queda a tu hermano es morir y quienes lo van a matar son tus únicos amigos y hasta tú misma. Recogí mi cabello mientras esperaba al lado del automóvil de Chaz que todos salieran.

Saqué mi teléfono, y la cantidad de mensajes y llamadas que tenía de Codd eran impresionantes. Suspiré exhausta sabiendo lo que me tocaba y guardé el teléfono de nuevo. Bajé la cabeza y de pronto, de un segundo a otro, me golpearon en la cabeza.


Desperté de golpe, ahogándome, sentía como mi organismo estaba lleno de agua. Mis fosas nasales se abrieron de golpe y mis pulmones comenzaron a gritar por oxígeno, ardían por la asfixia, mis ojos se abrieron de golpe tratando de adaptarse a la oscuridad que había en aquel lugar, mis piernas y brazos dolían como si me hubiesen arrastrado desde un lugar a otro. A pesar de la poca iluminación que había en aquel lugar, que por cierto era de suelo rústico y arenoso, pude notar que tenía moretones en los brazos. ¿En dónde cojones estaba?

Supe inmediatamente que alguien me había secuestrado, e indudablemente era Codd, me había conseguido y ahora quizás todo sería peor. Estaba enojado, demasiado, podía sentirlo y no quería saber que sería de mí desde ese momento.

Me di cuenta que no estaba sola, había alguien caminando detrás de mí, que era la misma persona que segundos antes había tratado de ahogarme en un pequeño pozo que había cerca, y que me había sujetado del cabello hasta arrastrarme lejos y me había empujado al suelo. Estaba boca abajo, y me volteé, mis manos y pies estaban amarrados, miré al cielo, resulta que no estaba en algún lugar cerrado, y que el suelo no era rústico, más bien estaba sobre un césped lleno de arena y que a mi lado habían pedazos de madera, por ello había pensado que estaba encerrada en algún sótano sucio.

El lugar olía a moho, pero también olía a perfume de hombre. Era de noche, todo estaba oscuro y me sentía demasiado sola, demasiado mal.

—¿Creíste que te escaparías de mí muy fácilmente? —su voz era gruesa. Era Codd—. ¿Jules pensó que sería muy fácil?

—Codd, ¿Qué cojones quieres de mí ahora? —le grité con furia y sin miedo.

—Lo que siempre he querido, maldita Bledel. Quiero dinero, quiero mujeres, quiero casas nuevas, autos nuevos, te quiero a ti como mi maldita zorra —gritó desesperado.

—¿Sabes qué, Codd? Sí, pensé que sería fácil escaparme de un estúpido como tú, maldito imbécil, te odio —grité con todas mis malditas fuerzas.

—Ya cállate —me golpeó en la cara—. ¡Me obstinas, joder! ¡Ya deja tus malditas niñerías y compórtate como lo que eres! —me sujetó del cabello, levantándome del suelo—. No te voy a matar porque me encanta ver a Jules sufrir por ti, ¿Sabes cuantas veces te ha llamado? —sostuvo mi teléfono en el aire, y luego lo aventó lejos, rompiéndose en pedazos—. Es un maldito ingenuo, ¡Nadie puede contra Codd Bing!

—No te tengo miedo, Codd. Nadie te tiene miedo ahora, ni siquiera las mismas personas que pensabas controlar. Tu hermana te quiere muerto, ¡Todos te queremos muerto! —espeté con furia.

—Mi hermana es otra puta más. Es una maldita estúpida que cree que la quiero, que sigue viviendo en el Codd de hace diez años. La gente no entiende que yo no siento nada por nadie, me da igual si ahorita mismo la matan, me sabe a maldita mierda —espetó, sonaba más enojado que nunca—. Y tú, maldita Bledel, jamás volverás a ver a tu maldito novio.

My secret {el final}.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora