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Tome entre mis brazos el paquete que debía entregarle a un chico de unos 16 años de edad que reclamo por mi presencia todo un mes, porque?, ni yo lo sabía debido a que no tenía tiempo para girar y preguntarle que tramaba conmigo, el paquete pesaba, no por nada era una torta familiar, mi jefe me dio un empujoncito y salí de la tienda casi tropezándome con el cemento.

Mire a mi alrededor y comencé mi rutina diaria, mi turno de la tarde de trabajar como repartidor de tortas, mi respuesta era fácil si me preguntaban por qué trabaja allí, a quien no le gustaría?, todo para mí era un lujo, mi dinero me lo ganaba yo mismo y costeaba todo en mi hogar; mi casa era sencilla pero acogedora para una familia pequeña, mi padre tenía el cuerpo inmovilizado y mi madre debía cuidar tanto del como de mi hermano de quince años que no podía caminar y debía pasar incómodamente a través de las puertas no tan amplias para una silla tan grande.

Un accidente de tránsito puede pasar en cualquier momento y bueno, yo jamás imagine que aquello pasara, ese día estaba realmente emocionado con todo porque era mi cumpleaños número 14 y estaba más que feliz porque sabía de antemano que mi padre planeaba darme mi torta y mi hermana no lo negó porque se fue gritando porque aquello sucedería ganándose retos por parte de mi madre.

Sonreí ante mi recuerdo y suspire mirando el piso, sabía que debía estar de pie sosteniendo mi optimismo, algunas veces pesaba tanto cuando llegaba a casa y veía a mi madre sentada en el piso junto a mi padre que yacía inmóvil recostado sobre la cama, luego escuchaba los gritos de mi hermano maldiciendo por rasparse los dedos con la parte de las puertas debido a que como anteriormente dije eran muy estrechas.

Mi mente divago por todo mi dolor y volví a sonreír deteniéndome para acomodar un pastel, pero mi objetivo fue en un muy mal momento porque un tipo me paso a llevar con su hombro e hizo que botara por completo el pastel, enfadado gire y suspire rascando mi nuca, ¿Qué debo hacer?, de seguro me devuelvo a la pastelería y me matan porque era uno que les costó demasiado hacer, exasperado me incline y fotografié el número telefónico y la dirección de la casa. Me volví a poner de pie y reanude mi caminar hacia donde sea. RAYOS!, Que debo hacer, no me puedo quedar de manos cruzadas tenía un cliente. Pero ahí estaba adentrándome a una pastelería haciendo sonar una campanilla al entrar a esta y divisar un hermoso interior, las paredes rojas y todo perfectamente decorado.

Mi vista se posó sobre un chico que vestía de negro y llevaba las cucharadas de pastel lentamente a su boca, su vista parecía estar pegada al pastel su cabeza lentamente inclinada hacia adelante y las lágrimas se deslizaban silenciosamente por sus mejillas.

-disculpe? –me gire encontrándome con un chico que llevaba una insignia de la pastelería pegada a su pecho- que busca?

-yo? –mi vista busco nuevamente al chico pero solo pude escuchar la campanilla sonar enterándome así que se había marchado- un...pastel...-el chico me atendió tan rápido como lo dije y lo envolvió adecuadamente en una caja blanca con una cinta en el centro. Nuevamente gire encontrándome con el platillo que el chico había usado. Suspire una vez más en aquel mal día, odio este día, empezó mal desde que me levante. Mi hermano había gritado en mi oído encontrándome así con su cabeza sin bellos y su llanto. Para cuando le pregunte que le sucedía me tomo de la mano y hundió su rostro en mi cuello. Aun no sé porque lloraba pero de igual forma odio verlo llorar.- gracias

-un gusto –me despidió el chico con una sonrisa de ojos.-




RESET (jikook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora