Tercera parte: Sí.

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Hoy era un día totalmente depresivo, la lluvia caía espesa sobre toda la ciudad de Londres, pero la gente ya estaba acostumbrada, es realmente común. Hoy tenía un objetivo: Encontrar un empleo. A mis veinte años, seguía dependiendo del dinero de mis padres, que vivían en las afueras de Londres, solo faltaba un año para graduarme en la Universidad de Bellas Artes. Mi pasión siempre fue pintar, desde niña hacía bocetos que a todo el mundo le parecían increíbles, aunque yo sabía que me faltaba mucho para ser excelente.

Agarre mis típicas ropas de invierno y salí a caminar, según me habían recomendado a pocas cuadras se encontraba una restaurant "Bella Vida" especializado en comida italiana, que solicitaba camareras, aunque yo era un poco torpe, aprendía rápido, y esto no sería la excepción.

El lugar era muy cálido, con grandes ventanales que dejaban ver a la gente que pasaba, muchos con un rumbo fijo y otros sin saber qué hacer. Uno de mis hobbies es mirar a la gente y pensar hacia donde se dirigen, que es lo que piensan y así... Realmente me encantaba observar. Un hombre regordete que parecía amable me pidió que pasara hacia una oficina decorada en tonos grises, un poco oscura pero bastante linda.

- Dime, ¿Estás aquí por el empleo? -El acento italiano era notorio en su hablar.-

- Sí. Mi nombre es Lucy Williams, tengo veinte años y soy estudiante.

- ¿Tienes experiencia de camarera?

- No, pero aprendo rápido y me encantaría trabajar aquí para poder solventar mis gastos de la Universidad.

- Por el momento, estarás en un periodo de prueba. Para saber cómo funcionas, será de tres meses. Si todo sale bien, serás fija. Puedes empezar el Lunes, a las 11:00 PM, Lucy.

- Muchas gracias. Hasta luego.

Sin más me fui, tenía una semana para empezar a trabajar. Decidí ir a visitar a Julianne, que por cierto, era mi única amiga. Ambas, nos conocíamos desde niñas nuestras madres fueron una especie de enemigas en el colegio secundario, pero luego de terminar cuando se encontraron años más tarde se hicieron grandes amigas al punto de vivir pegadas una a la casa de la otra, con Julianne estuvimos toda la vida juntas. Nos conocíamos más que a nada, por eso dolía lo que o le estaba haciendo.

Cuando toque timbre, ella salió con una gran sonrisa.

- ¡Hola Lucy! -Dijo abrazándome, ella siempre era cariñosa.

- ¡Julia! Tengo una buena noticia, conseguí un empleo... Es en un restaurant de comida italiana, queda a pocas cuadras de mi departamento. -Dije con felicidad, esto era una de las mejores cosas que me había pasado en este último mes.

- Me alegro tanto, deberíamos salir a festejar con James. -Dijo con una sonrisa, la simple mención de su nombre dolió.- Claro... Si quieres.

- Claro, James es muy bueno, y se ve que te quiere demasiado. -Sonreí, aunque por dentro me quemaba, mientras recordaba las palabras que él me dijo la noche anterior, yo estaba exaltándolo frente a mi mejor amiga, porque era lo que él quería. Haría cualquier cosa por él.

- Bien, a la noche pasamos por ti. ¡Te amo! -Dijo mientras se despedía de mí. Ella tenía algunas clases por la tarde, estaba estudiando para ser abogada, y se esforzaba demasiado para así terminar la carrera antes de tiempo.

Mis pensamientos vagan en todo, muchas veces me gustaría cambiar totalmente lo que soy pero sé que cada situación que estoy pasando en este momento es debido a mi niñez, nunca fui una niña muy querida en la escuela ni mucho menos en la secundaria. A veces solía dar lástima y las cosas no habían cambiado demasiado, quizás era por eso que esperaba y dejaba que James me tratara de esa forma, aunque cuando todo comenzó no era así. Supongo que me enamoré de lo prohibido porque era eso, prohibido. Totalmente fuera de mi alcance. Cuando estuvo a mi alcance no supe que hacer y me equivoqué, realmente no hay día de mi vida que no me arrepienta por todo lo que hago, la pintura es un medio de canalizar toda la angustia que llevo por dentro, ya que más amigos no tengo, algo para desahogarme necesito.

Mi teléfono sonó interrumpiendo mis rápidos pasos para llegar a mi departamento. Toqué mi bolsillo y lo encontré ahí, sabía lo que se venía y no iba a ser bueno.

- Lucy, te necesito. -Escuché una respiración profunda y una voz algo ronca que hacía detenerse a mi corazón.-

- ¿Qué?

- Sabes a lo que me refiero, por favor. En media hora en mi departamento.

- Está bien. - Y James colgó, colgó con su típica soberbia de saber que haga lo que haga, duela lo que duela mi respuesta siempre va a ser un sí.





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